Que a Gene García, líder de Inlavables, se le pararan los riñones hace cuatro años no le ha impedido seguir siendo fiel a su apodo de "voz rota" en cada escenario que pisa. Tres veces por semana se enchufa a la máquina de diálisis y, cuando acaba, saca fuerzas para volver a cantar. Ha perdido más de 50 kilos, pero es un tipo que transmite, que se cree lo que hace. Esta noche abrirá al frente del grupo pacense la segunda edición del Festival Internacional de Blues de Cáceres, organizado por la Asociación de Amigos del Blues de Cáceres, en el Corral de las Cigüeñas a las 21.30 horas, con entrada libre.

--¿Cómo se aguanta en una banda 22 años juntos?

--Porque somos amigos y colegas desde adolescentes. La relación entre los miembros de un grupo es como tener cinco esposas. Hay que ser consciente de las necesidades de cada uno.

--Un festival es una buena noticia en estos tiempos...

--Sí, y además el único de blues que hay en Extremadura. Siempre es un orgullo que nos llamen y una alegría que se haga por segundo año consecutivo.

--¿Cómo han evolucionado?

--Empezamos siendo buenos intérpretes pero muy malos músicos. La fuerza radicaba entonces en el grupo. Hacíamos rock and roll, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que es un copia y de que el blues es la madre del cordero. Hemos ido evolucionando de una forma correcta hasta convertirnos en músicos experimentados y con calidad.

--¿Pero qué tiene el blues?

--Es lo primigenio. Todo viene de Africa. Los pueblos negros de América del Sur y del Norte, excepto los anglosajones, dejaron que la cultura africana les impregnara. Sin embargo, los anglosajones fueron los más racistas porque no les dejaron tocar. Esa represión artística hizo que los mismos afroamericanos inventaran el blues, que no es otra cosa que una necesidad de expresar lo que sienten. ¿Qué hay más auténtico que eso?

--Preparan el cuarto disco. ¿A qué quieren que suene?

--Es el sonido de finales de los 60 y principios de los 70. Estamos mezclándolo con el rock and roll y mucho sonido de Inlavables.

--Siguen haciéndolo solos...

--Sí, nos dimos cuenta de que lo demás era hincharle el buche a gente que no hace nada por ti. Nos hemos buscado la vida pidiendo préstamos y devolviendo luego el dinero. Necesitamos ya poco de los demás porque nos lo podemos autofinanciar. Así no dependemos de estamentos públicos ni dinero privado.

--¿Cómo funcionó el último disco, 'River blues', del 2009?

--No hemos podido sacarlo de Extremadura. No hemos tenido posibilidades de venderlo fuera. Es complicado. Tocar, por ejemplo, en Galicia, supone tener que alquilar el sitio, pagar un montón de gastos y al final que ningún músico de los que viaje se lleve un duro. Prefiero no hacerlo.

--¿Cómo será el concierto de esta noche en el Corral?

--Hace muchísimo tiempo que no tocamos allí, desde 1998, creo. Haremos nuestro 'Dirty and Greasy Blues Show', que significa sucio y grasiento espectáculo de blues. Contaremos con Pedro Calero, un teclista que hemos introducido como una colaboración especial para que la gente vea un elemento nuevo y no sea lo mismo del año pasado. También estarán Holly Merchán en la batería, Tony 'el Mugriento' al bajo, José Aranda de la Rosa a la guitarra, Andreas 'Bottleneck' Barttol en la guitarra de cuello de botella. Seremos en total seis en el escenario.