THtay lectores que se encocoran porque uno cuenta lo que ve por esos mundos de Dios. Creen que un periódico es únicamente un medio para dar noticias, absolutamente impersonales y perfectamente objetivas, y pare usted de contar. Es una pérdida de tiempo tratar de explicarles los distintos géneros periodísticos. En fin, vamos allá. He aquí una noticia, un notición: Está en marcha la consideración, catalogación, proclamación o como haya de llamarse, del Geoparque de Villuercas, Ibores y Jara.

Creo que en España, con este, serían cinco. Y ahora contaremos lo que vimos y lo que sentimos al ver aquello, le guste al lector iletrado de turno o no.

La Junta de Extremadura, la Diputación de Cáceres, el Ministerio de Medio Ambiente, la Mancomunidad de Municipios de esa singular comarca y no sé si me olvido, con perdón, de algún organismo más, hace meses que trabajan para el objetivo susodicho del Geoparque en cuestión. Para coordinarlo todo anda, a trancas y barrancas, por allí nuestro amigo CH, con el cual nos juntamos, recién, en Cañamero y desde allí un bus nos subió a treinta o cuarenta visitantes a los altos de La Madrila, par de las cretas de La Villuerca, y luego fuimos descendiendo por un carril, y a veces campo a través, de nuevo hasta llegar a Cañamero.

Nos guiaron en el itinerario Magín y J.G., que de Villuercas y geología saben un rato, además de Pedro, un cañamerano que conoce exhaustivamente aquellos vericuetos, sus historias y sus leyendas.

El Yukón, los Alpes, las Rocosas, Shakatchewan. Si en vez de un día azul, fulgente y luminoso como ese, hubiese habido algo de nieve en las cumbres y hubiesen brillado más las arboledas con las luces de la lluvia, a ver quién no piensa en esas geografías al contemplar el sin par escenario de esa sucesión de cordilleras, que van de NO a SE, en esa zona privilegiada de la geografía cacereña.

En la estupenda caminata, los citados expertos nos contaron magníficas historias del ayer remoto, y nos ilustraron sobre restos fósiles y pinturas rupestres. Hace millones de años que un organismo, el trilobite, dejó su rastro en la piedra, y esos rastros, cruzados, las crucianas , están allí, a la vista de uno. Da vértigo pensar en el tiempo transcurrido.

No tanto, pero hace también una barbaridad de tiempo, un hombre primitivo, con unos polvos determinados, mezclados con grasa animal y un pincelito, dibujó sobre las losas figuras esquemáticas de ciertos animales y otras antropomórficas. Las pinturas rupestres nos encantan y fascinan.

Pinturas primitivas del Cancho de la Burra y del abrigo de Alvarez o de La Chiquita. Y sus leyendas. Porque además sobre estos restos del lejanísimo pasado el hombre ha tejido la urdimbre de los cuentos y misterios. Al hecho científico e histórico, añade el condimento de la magia. Y ya está ahí la leyenda.

Abajo, cerca de ese lago maravilloso que ha formado la presa del Ruecas, hay un centro de interpretación de todo esto, en un paraje bellísimo y con una armonía ambiental admirable. Repusimos fuerzas en la localidad de Cañamero y brindamos para que llegue a buen puerto el magnífico proyecto del Geoparque de Villuercas. Esta comarca del sureste cacereño se merece eso, y mucho más, no cabe duda.