El anuncio de las competencias en el nuevo gobierno local no ha deparado grandes sorpresas, aunque sí algunas particularidades a analizar. Tal vez la única novedad destacada que se sale del guión esperado es que una competencia como Empresa, la búsqueda de nuevas oportunidades económicas que ha estado en los programas de todos los partidos, ha quedado desdibujada dentro de una concejalía más amplia. Que la ciudad se mueva y que se vea más actividad, que no sea solo por el turismo, es el reto.

La principal peculiaridad es que tres concejales tienen el peso de las principales funciones dentro del ayuntamiento, especialmente dos de ellos: Andrés Licerán y María Ángeles Costa. El primero, que está con Luis Salaya desde que hace cinco años inició el camino hacia la alcaldía, asume competencias que en el anterior mandato estaban repartidas entre tres concejales. No solo es el delegado de Infraestructuras, lo que le obliga a ser el concejal que esté más tiempo en la calle, sino también de Personal, el ayuntamiento tiene más de 600 trabajadores, y de Policía Local, el cuerpo de funcionarios más amplio que tiene el consistorio.

Sobre Costa recaerá la responsabilidad de sacar unos presupuestos que en los últimos años han rondado los 70 millones de euros. Pero aquí más que un gestor o un especialista, lo que se necesita es un negociador. No habrá presupuestos si no se tiene el apoyo de otro grupo político, en especial el de Ciudadanos, que parece el más dispuesto y que tiene concejales suficientes para alcanzar la mayoría que se necesita para aprobar las cuentas. Si el camino de sacar un presupuesto por la junta de gobierno está cortado tras la sentencia del TC, el ayuntamiento se enfrenta a una sucesión de presupuestos prorrogados si no negocia bien, salvo que el regidor se someta al riesgo de una cuestión de confianza vinculada a la aprobación de las cuentas. Además Costa es la concejala de Contratación, y en dos años toca sacar a concurso la concesión de la basura, el segundo contrato, tras el del agua, más importante que tiene el ayuntamiento con todos los intereses que rodean a estas adjudicaciones. La licitación del agua, hace ocho años, fue caótica y acabó resolviéndose en los tribunales.

Bello es el delegado de Urbanismo. A él le tocará dar una solución al desarrollo del parque de medianas, del terreno comercial del ferial y de su traslado, de la puesta a disposición de más suelo de uso empresarial e industrial y de que se apruebe la revisión del plan especial, adjudicada y que sustituirá a la aprobada en 1990. La actividad económica está vinculada a los usos del suelo. El urbanismo ya no es importante por la creación de más suelo para viviendas, sino por su adecuación a la generación de más actividades.

El turismo, como principal sector de crecimiento de la ciudad, sigue presente con la delegación a Jorge Villar. Y se apuesta por la cultura, como otro motor de actividad, con la atribución de solo esta competencia, y de una menor como Festejos, a Fernanda Valdés.