Con el de los gorrillas sucede igual que con la zona azul o la correcta circulación por las rotondas --otros temas de conversación recurrentes entre los conductores--, que es imposible ponerse de acuerdo. La 'labor' de estos aparcacoches ilegales se remonta prácticamente al origen de circulación de los vehículos y, siempre que sale a la palestra, la conversación nunca deja a nadie indiferente.

Los hay a quienes no les suponen ninguna molestia, incluso agradecen que alguien pueda estar 'pendiente' de su turismo hasta su vuelta --se sienten más seguros en caso de intento de robo--, y en el otro extremo se encuentran aquellos a los que su presencia les parece un mal endémico a erradicar.

Por su parte, el ayuntamiento trata de evitar este tipo de situaciones siguiendo dos líneas de actuación. Primeramente, los ciudadanos siempre tienen la posibilidad de avisar a la policía local de la presencia de estos aparcacoches ilegales, con vistas a que agentes se personen en el lugar. Asimismo, también se actúa de forma regular con visitas aleatorias a zonas que son frecuentadas con asiduidad por los gorrillas , como el hospital San Pedro de Alcántara, el Tanatorio o Nuevo Cáceres.

Para Miguel Alejandro, que suele aparcar por la zona del San Pedro de Alcántara, la problemática de los aparcamientos en la ciudad "alcanza ya el nivel de vergonzosa, con el crecimiento de las áreas de zona azul, los parking de pago y ahora la invasión de estos individuos", señaló. Miguel Alejandro denuncia que "la indefensión" a la que se enfrenta el ciudadano "es total" y demanda mayor presencia policial por la zona. Como Miriam, que reconoce que "aunque enseguida te encuentran sitio, como no les des dinero igual te encuentras el coche arañado. Mi calle también es pública y yo no me pongo a aparcar los coches por la voluntad, si nos ganamos la vida todo el mundo así...", añadió ayer.

Parecido a ella opina también Juan, otro cacereño que frecuenta la zona del centro sanitario. "Ya pago mi impuesto de circulación y también cuando me toca aparcar en zona azul. No tengo por qué pagar por aparcar en la calle, me niego. No doy dinero nunca a los gorrillas y la policía debería controlar esto muchísimo más; que se pongan a trabajar", apuntó.

Más permisivos

Sin embargo, para personas como Fátima, que aparca a diario por los alrededores del San Pedro de Alcántara, la presencia de estos aparcacoches no supone problemas. "A mí no me molestan, nunca me han exigido que les pague y no he tenido líos. Si se necesita, incluso podían ser contratados por el ayuntamiento o algo así. Con eso se solucionaría la situación", comentó. Tampoco es tan drástica Maite, aunque reconoce que a veces incordian. "Algunos días les doy dinero porque yo quiero. Les das 20 céntimos y ya está. No sé, me dan pena también y nunca me han molestado", apostilló.

Es la historia interminable, una práctica que parece no tener fácil solución y, por lo que se ve, continuará sin dejar a nadie indiferente. Son los gorrillas , el eterno dilema.