Si tiene usted que bajar en estos días por el Auditorio San Francisco, no se sorprenda si nota un cambio en el decorado. Al lado de los habituales alumnos del conservatorio cargados con sus instrumentos, podrá ver a un buen grupo de jovencitos entre nerviosos y expectantes, además de ataviados con sus mejores galas. Son las fiestas de graduación que hacen los centros educativos de Cáceres, públicos y concertados, para despedir a los alumnos que terminan sus estudios.

Estas celebraciones, diseñadas por y para los alumnos y sus familias tienen un origen muy reciente, apenas una decena de años. Pero han arraigado tanto en nuestros centros que los chicos lo esperan con una ilusión enorme desde mucho tiempo antes. Recientemente, un alumno de mi centro se interesó por cómo fue mi graduación y cuando le confesé que, en mi época, no se hacían esas cosas, que es un asunto relativamente reciente, sonrió y me dijo: ¡Qué raro! No sé qué pensará usted, pero yo le confieso que es muy emocionante asistir a estos actos, observar a los chicos tan arreglados con ropa pensada mucho tiempo antes, disfrutar con las actuaciones que se preparan para ellos y compartir el sentimiento que se adivina en las caras de sus familias. Y aunque ellos no lo saben, es probablemente, uno de los días más importantes en sus todavía cortas vidas, porque con esa celebración tan festiva, tan elegante, tan académica, abandonan definitivamente una etapa que habían aprendido a controlar y se adentran, casi sin saberlo, en un viaje incierto, competitivo y lleno de dificultades. Pero esa noche la viven hasta el último momento, ríen y disfrutan a partes iguales, de tal manera que los que no hemos tenido la suerte de disfrutar de un momento como ese, sólo podemos sentir nostalgia y reírnos con su risa y contar alguna que otra batallita mientras hacen como que nos escuchan cuando en realidad tienen su pensamiento en otras cosas. Así que, todos los centros nos afanamos en preparar ceremonias dignas, académicas, divertidas pero solemnes, que estén a la altura del momento y que los alumnos puedan recordar durante mucho tiempo. De manera que si es usted uno de los padres concernidos y le toca en los próximos días, me permito recomendarle que disfrute del momento, que lo grabe a fuego en su retina y que, cuando abrace a su hijo para darle la enhorabuena, no comparta esos segundos con nadie.