La Oficina del Area de Rehabilitación Integral del Ayuntamiento de Cáceres (ARI) está preparando un informe jurídico donde detalla los graves daños que causan los graffiteros en las fachadas de numerosos edificios del casco histórico, muchos de ellos protegidos por el Plan Especial. Fuentes de la oficina cifraron en alrededor de 160 inmuebles los que están afectados por el implacable acoso del graffiti , fundamentalmente en el eje comercial y en el trazado que va desde la calle San Antón hasta la sede del Tribunal Superior.

Edificios como el Gran Teatro, comercios emblemáticos de Pintores, San Juan, San Pedro, los soportales de la plaza Mayor, Paneras, Moret... en todos ellos es fácil encontrar algún reclamo de este tipo, en ocasiones bajo la misma firma: Ruaca .

Los daños que ocasionan estas pintadas podrían superar los 72.000 euros, unos 12 millones de pesetas, ya que el proceso para eliminarlas es muy costoso. Uno de ellos es una fibra de vidrio que se proyecta con una pistola y que es muy caro.

No es extraño que en Cáceres se vean graffiti en edificios de tipo palaciego, construidos con piedra granítica, donde el proceso de eliminación de la mancha suele ser bastante complicado.

Desde la oficina se define la acción de los autores como "desagradable y, en muchos casos, realizada con reincidencia". La ciudad está invadida y parece que existen pocas alternativas.

Aunque los expertos relacionan el graffiti con un trastorno de la personalidad, una expresión de pura maldad o una reivindicación social, lo cierto es que las repercusiones de esta manifestación afectan especialmente a los comerciantes cacereños, los más perjudicados.

PINTORES

En noviembre, la Asociación Empresarial Pintores Monumental aseguró, en declaraciones a este periódico, que los casos de ataques a locales se han incrementado después del verano y que presentan como nueva modalidad el rayado de cristales de escaparates.

Aunque el ayuntamiento trata de poner freno, lo cierto es que sorprender in fraganti a los autores es muy difícil. La policía, por su parte, anima a que se denuncien los hechos.