Hace unos días Tocha y otros graffiteros pintaron un contenedor de basura y papeleras cedidas por Conyser, y las convirtieron en cabezas apócrifas de lo que pudieran ser monstruos engullidores de basura. Original. El graffiti es un arte y Tocha es el seudónimo de un artista, algo que no ocurre con los vándalos que nos tienen la ciudad hecha un adefesio. No hay un metro cuadrado de fachada en Cáceres que no esté marcada por esos amigos de los aerosoles que ensucian impunemente. Y la malo es que los que garabatean sin sentido descreditan a los buenos y verdaderos graffiteros como Tocha, quienes sólo pintan donde se les pide o en fachadas muertas, y siempre se rigen por ciertos cánones artísticos para plasmar composiciones realmente atractivas.

Ninguna ciudad de las que he visitado últimamente está tan pintarrajeada, incluso en algunas la pulcritud es inmejorable. ¿Qué está pasando en Cáceres? Estas incívicas acciones urbanas deben acabar, y para ello el Ayuntamiento debería empezar a tomar medidas serias.

¿Tan difícil es impedir estas transgresiones? Cáceres se está jugando la tan sonada Capitalidad Cultural Europea y algunas de nuestras calles están estéticamente impresentables, sobre todo en las que los pintarrajos se mezclan con sus ruinosas fachadas. Den un paseo por las céntricas calles Peñas, Moreras, Camberos, Nidos, Ríos Verdes o Santo Domingo, por poner varios ejemplos.

El graffiti es un arte y se realiza en lugares autorizados. Los pintarrajos son acciones vandálicas que deberían estar rigurosamente prohibidas, eficazmente perseguidas y estrictamente sancionadas, para que aquellos que las realizan se lo piensen antes de apretar la válvula de un aerosol.