Prometía ser el mejor cotillón de Cáceres, pero si no fue el peor al menos sí fue el más polémico. La gran fiesta de fin de año del restaurante Palacio de los Golfines empezó mal, con protestas de la mayoría de los 600 asistentes por las colas y el cobro del ropero, y terminó peor, con reclamaciones en masa de los asistentes a los responsables del local y --al menos hasta ayer-- veinte denuncias en la Inspección de Consumo de la Junta de Extremadura.

"Todo el mundo estaba cabreado porque la fiesta no era la que prometían los carteles y era el cotillón más caro --55 euros--. La gente empezó a pedir hojas de reclamaciones, pero sólo tenían cuatro", relataba ayer Sara López, una de las denunciantes junto a otras cuatro amigas. Ante la carencia de hojas de reclamaciones, la mayor parte de los asistentes se organizaron en el mismo local haciendo largas colas para que se les firmara la entrada como justificante para reclamar.

Fuerte altercado

Las quejas planteadas por los asistentes son diversas: exceso del aforo permitido, el cobro del servicio del ropero, la falta de seguridad y suficiente personal, escasez de bebidas y hielo y carencia de hojas de reclamaciones, según una de las denuncias interpuestas en Consumo M. B. G. y a la que ha tenido acceso este diario.

La publicidad que se hacía de la fiesta en la página web caceresjoven.com prometía: servicio de ropero, fuertes medidas de seguridad, canapés durante toda la noche, barra libre hasta el amanecer con las mejores marcas, chocolate con churros y aforo limitado.

Los asistentes aseguran que no hubo nada de esto. "Me pasé desde que llegué, sobre la una y media de la madrugada, hasta las tres haciendo cola en el ropero, a las cuatro empezaron a terminarse ciertas bebidas y a las cinco ya no había hielo. No hubo canapés toda la noche ni chocolate con churros y mucha gente se coló", cuenta Sara López. Este diario intentó ayer contactar con el responsable del local, Antonio Costa, para que ofreciera su versión de los hechos, aunque estaba ilocalizable en su teléfono móvil.

Según el relato que hace de aquella noche esta cacereña, la fiesta pudo convertirse en batalla campal porque "la gente estaba muy alterada", afirma. De hecho, una dotación de la policía local tuvo que personarse en el local a las cuatro y cuarto de la madrugada ante la denuncia de varias personas por "anomalías", según figura en el parte de incidencias de esa noche de la Jefatura de la Policía Local.

El grupo de Sara López había optado por Los Golfines porque asistieron al cotillón del 2003, que "estuvo muy bien", y decidieron repetir. "Y menuda fiestecita tuvimos".