El Insituto Norba Caesarina cumple cincuenta años, un tiempo en el que ha desarrollado una labor educativa de primer orden en la ciudad, originariamente como centro femenino, prolongación de El Brocense. Han sido cientos de profesores (actualmente tiene 80) y miles de alumnos de Cáceres y la provincia los que han pasado en este tiempo por las aulas del centro, que, ahora, se prepara para celebrar el aniversario.

Situado en la calle Santa Luisa de Marillac, fue el 13 de octubre de 1970 cuando se celebró el claustro del primer curso (1970/1971) del Norba, que ahora festeja su medio siglo de vida. Las clases comenzaron el 30 de octubre de ese año y los actos culturales y académicos para conmemorarlo empiezan este mes gracias a una comisión que se ha creado con este propósito.

María Delgado Sánchez es la actual directora, con cuatro años en el instituto y uno en el cargo. Profesora de Tecnología, explica que es un instituto con más de una treintena de aulas y 850 alumnos, «que son 850 posibilidades de éxito, de fracasos, de incidencias, y hay que intentar organizarlo de la mejor manera». Delgado añade el cariño con el que los profesores tratan a los chicos «y eso revierte en ellos. Tienen cosas propias de adolescentes, pero se portan bien».

La directora también se refiere a las nuevas tecnologías. «Son una herramienta más, que necesitamos y utilizamos, sin llegar a sustituir a las otras metodologías: el papel, la pizarra, el libro, porque también son necesarias. En ningún caso las nuevas tecnologías pueden sustituir a los conocimientos del docente, que es el referente. Lo que sí tenemos declarada es la guerra a los teléfonos móviles». Del Norba salen preparados: «Ahí están los datos de la EBAU y el índice de éxito es altísimo», corrobora. «Es un trabajo de todos, aunque evidentemente sin esfuerzo no se pueden conseguir resultados»

A su lado está María Cortés Margallo, jefa de actividades complementarias y extraescolares, y profesora de Inglés. Estudió en el Norba durante el BUP y el COU, y después como docente compartió aula con aquéllos que antes le habían dado clase. En su trayectoria profesional de 30 años estuvo en varios centros, pero su objetivo era acabar en el Norba, «porque tenía idealizada esa forma de enseñar, que de hecho no es idealizada: es real». Describe que los métodos de enseñanza han cambiado, se ha pasado de dar importancia relevante a la gramática a impulsar la parte oral. Asegura que ha habido un cambio abismal por parte de los alumnos en el aprendizaje del inglés «gracias a las nuevas tecnologías, a que salimos muchísimo más. La demanda en el trabajo es que tengas como mínimo un B-2».

En su haber existen multitud de anécdotas: «Una vez mandé a unos padres una carta diciéndoles que su hijo no había hecho los deberes. La escribí en lápiz. Al día siguiente le pregunté: ¿qué ha pasado? Y me contestó: Es que mi gato mueve la cola y sabe utilizar la goma de borrar y me la ha borrado. Fue tan surrealista que no le dije nada a sus tutores porque el chaval, imaginación tenía».

Toma la palabra Pepe Barquilla, profesor de Lengua y Literatura. Manda pocos deberes porque piensa «que con el trabajo en clase es suficiente, aunque en mi asignatura es imprescindible leer en casa». Barquilla cree que la juventud no está reñida con los libros. «Les recomendamos los fundamentales de la literatura española y los leen. Se habla mucho de los métodos educativos de antes frente a los de ahora, pero creo que realmente esto está inventado hace muchos siglos y América se descubrió hace ya mucho tiempo». Cacereño de Madroñera y del Atleti, lleva 32 años en la enseñanza: «Me considero un soldado del Norba».

Sin elitismo

Barquilla recuerda que este centro nació como una continuación de El Brocense. «Hubo un momento en el que había allí muchas muchachas, y entonces se creó el Femenino, que es como mucha gente sigue llamando a este instituto, porque las alumnas eran mayoritarias. Lo bueno que tiene es que aquí hay gente de todas las procedencias económicas, sociales, culturales, y eso es lo bueno de la educación, que no haya elitismo ni clasismo a priori».

Cree que para ser buen profesor es importante ser buena persona. «Hombre, se puede ser mal profesor y mala persona, pero si eres bueno y el alumno tiene un 4,8, no tiene un 4,8, tiene un 5. Es una profesión que si te gusta, eres el ser más feliz de este mundo. Hay que tener mucha paciencia, es un trabajo en el que estás con alumnos 5 horas al día y hay que aplicar mano izquierda».

Añade que «lo mejor es que nosotros siempre estamos rodeados de gente joven. Los profesores, mayoritariamente, somos como niños, porque vamos cumpliendo años y ellos siempre tienen 15 o 16. Ahora voy a una clase de 1º de Bachillerato y es como si me quitaran 40 años de encima».

Asunción Fernández Blasco es profesora jubilada desde 2018. Durante 34 años impartió Geografía e Historia. Llegó al Norba en 1974. «Empecé con la Ley Moyano. No hay una ley peor que otra, lo peor ha sido la acumulación de leyes educativas en muy poco tiempo». Explica que empezó «dando clase a chavales de 16 años y terminé dando Ciencias Sociales a niños de 13 años».

¿Anécdotas? Las hay de todo tipo, pero hay una que no se me olvida: Sin decir nombres, al Departamento de Historia le tocaba muchas veces organizar las excursiones de 2º de Bachillerato o de COU, y siempre se hacían actividades dentro del centro para conseguir dinero, unas veces era vender polvorones, y otras hacer fiestas, siempre con el permiso de las familias. Un año en el que un alumno mío no había vendido ningún polvorón y no tenía dinero para pagar la excursión. Me preguntó: Susi, ¿qué puedo hacer yo? Le respondí: Pues no lo sé, pero como no pagues, no vas. Y cuál sería mi sorpresa que cuando llegó el mes de enero se puso al día de todas sus cuentas. Yo pregunté: ¿cómo lo ha conseguido? Y me dijeron. Es que ha hecho un Full Monty (la famosa película de 1997 en la que un obrero en busca de un poco más de dinero convence a sus amigos de bailar en un espectáculo nudista por una noche). Había una discoteca, Bols, donde lo hizo. Cuando nos contaron la historia, nos hizo mucha gracia porque los demás compañeros consiguieron que ese amigo que no tenía dinero fuera a la excursión pagando la entrada para ir a ver su Full Monty».

El 50 aniversario del Norba significa mucho para ella. «Hice las prácticas del curso de adaptación pedagógica con el catedrático de Historia don Pablo Naranjo, que fue primer senador socialista de la Transición. Estuve en la jubilación de don Pablo. Formé parte de la comisión del 25 aniversario. Ahora me toca el 50 desde la distancia. Lo vivo con nostalgia, pero al mismo tiempo con muchísima alegría de haber vivido toda esta vida en este centro. Y alegría de estar aquí, porque compañeros como Fernando, Marito, María Jesús, Rafa, mi primo Regi, no están aquí. Ellos participaron del 25 aniversario, y no pueden estar en el 50. ¿Qué puedo decir? Que aquí me tienen».

Susi indica que «si este instituto se distingue por algo es porque hay un espíritu del Norba. que iba más allá de la docencia. Es el único de la ciudad que tiene una Asociación de Jubilados, nos reunimos una vez al mes, y está integrada por más de 50 personas. El decano de la sociedad es el profesor de Matemáticas, Miguel Antonio Esteban».

Otro de los históricos es Javier Vidal Martínez, director del Norba durante 24 años, en diversos periodos. Impartió la disciplina de Geografía e Historia. Llegó al instituto en 1984 y ocupó el puesto que dejó tras su jubilación Pablo Naranjo. Dedicó a la enseñanza 41 años de su vida, de los cuales 35 han sido en este centro.

Subraya que está a la vanguardia educativa en la comunidad autónoma: «Dispone de muchas iniciativas en idiomas, es pioneros en contactos con el extranjero, programas europeos». Incide en que «los alumnos salgan fuera, no solo de nuestra región sino a otros países», nos narra Javier Vidal, quien destaca que desde los años 70 los alumnos ya viajaban a París, cuando ningún otro centro lo hacía. Actualmente se dice: «que el Norba debería contar con su propia agencia de viajes debido a que las salidas y los intercambios son numerosos», cuenta entre risas el antiguo director.

A la entrevista se incorpora Pedro Emilio López, que lleva siete años en el Norba. Es profesor de Historia e investiga en sus ratos libres los orígenes del instituto. Para ello ha consultado en la Dirección Provincial, el Archivo Histórico y en las hemerotecas de la época. Está recopilando datos que arrojan que El Brocense se había inaugurado en los 60 en su actual ubicación después de haber estado más de cien años en la Preciosa Sangre.

«Enseguida se dieron cuenta de que El Brocense, que era mixto, se había quedado pequeño y se pensó hacer un Femenino como un añadido, para 1.200 alumnos, que no los ha llegado a tener nunca por tamaño y capacidad. A partir de ahí, entre 1965 y 1967, el Ayuntamiento y la Diputación se encargan de adquirir los terrenos. Los compran al 50% y se los ceden al Ministerio de Educación. El centro se adjudica para su construcción en diciembre del 68 y empieza a funcionar en octubre del 70».

Durante sus 10 primeros años el Norba fue el Instituto Nacional de Bachillerato Número 2. «En algunos documentos aparece como Instituto Femenino. La decisión de llamarlo Norba se toma en el claustro de 1979. Hay una votación en la que don Pablo Naranjo hace una propuesta de varios nombres, entre ellos el del gentilicio antiguo de la ciudad y con 27 votos a favor sale Norba Caesarina y con 24, Hernández Pacheco. En esa fecha es también cuando empieza a funcionar como instituto mixto».

López destaca el papel de los padres, pero habla de cómo hay algunos que entienden mal su tarea: «Ya nos sabemos el Románico, ahora solo falta que mi hijo me demuestre que también se lo sabe», dicen. A este profesor le apasiona enseñar y le apasiona lo que está enseñando. «Hay que mentalizar a los alumnos de que tienen que aprender a estudiar. No se trata de memorizarlo y luego olvidarlo después del examen. Son cajas en vertical y horizontal, que guardan enseñanzas, cajas que van unidas para que la persona sea capaz de desempolvar a lo largo de su vida todos los conocimientos adquiridos».

La Medalla se la merecen

El profesor admite que «50 años no se cumplen todos los días. Una cantidad importante de cacereños han pasado por el Norba y la ciudad debe implicarse porque se ha formado en estas aulas. El ayuntamiento debería reconocer a este instituto, quizá con la Medalla de la Ciudad». Para López se trata de un centro a la vanguardia, una referencia, con 16 grupos de Bachillerato y una demanda de alumnos enorme. «El ambiente es estupendo y hay un espíritu Norbino», cuenta.

María Dolores Molano e Isabel Rodríguez son ordenanzas. «Entramos a las ocho y nos vamos a las tres y cuarto. Somos cuatro y cada una tenemos nuestras tareas repartidas. Cogemos los teléfonos, hacemos fotocopias, atendemos al público, encuadernamos...» ¿Alguna vez han visto a un alumno fugarse? «Ay, si os cuento… hay muchos alumnos que se creen que no los vemos, pero les reñimos, y estamos pendientes», dicen entre risas.

La visita termina en la cafetería. En ella José Luis Fernández lleva dos años. «Llego a las siete de la mañana, hago el pan, preparo la bollería y lo dejo todo a punto para abrir a las ocho y cuarto. Los alumnos son chavalines muy competentes y correctos. Les gustan las chucherías, los gusanitos, los doritos, los conguitos… los bocadillos de bacon con queso, jamón… Las tortillas las hace mi mujer, pero de patatas, no de esas congeladas».

Precisamente, su esposa, María Victoria Vaz Rodríguez, señala que «toda la gente es muy amable, y por la mañana vamos corriendo, porque llega el recreo y vienen de golpe alumnos y profesores». Suena la campana y el matrimonio se despide. «Estamos muy contentos, estar aquí es un regalazo, encima no trabajar en este gremio los fines de semana es como tener un sueldo más, porque tenemos más tiempo libre para nosotros y para estar con nuestra nietina».