Él le canta a la vida. O al menos eso dice. Manuel Hidalgo (Granada, 1978) vive en el Valle de Lecrín, el Valle de la Alegría traducido del árabe y durante años se ha dedicado a acompañar con la guitarra a bandas de rock. Hasta que desde hace tres años por circunstancias vitales abandonó los escenarios con banda y gira solo. Mañana hace parada en Cáceres en Psicopompo (20.00 horas). La entrada es libre y el formato será Pay after show, es decir, que cada espectador podrá pagar lo que considere después del espectáculo.

No es la primera vez que el granadino visita la capital cacereña. También hará parada en Badajoz y Plasencia. Fue en agosto cuando sacó su disco. Siempre en salas pequeñas porque según defiende, «el mensaje llega mejor». «Me gustan los espacios pequeños con poco público porque es más íntimo, un bar de copas no es mi sitio, busco salas donde la gente venga a escuchar», sostiene. Su propósito es «contar» su visión de la vida y de su experiencia. «Un día tienes una vida perfecta, un coche, un trabajo, lo tienes todo y de repente se va. Estaba muy enfadado con el mundo y por circunstancias se abrió un abanico más amplio y una mirada más serena», reconoce. En sus temas habla de las emociones y de la esperanza. «No se trata de las circunstancias que vivas sino de cómo las afrontes». Ahora como si quisiera dar una lección y no solo musical, sale de su casa en el valle para compartir su alegría mañana en Cáceres porque «la alegría está incompleta sino se comparte».