"La ciencia es ciencia para adultos y para niños y su lenguaje es universal. Pero la ciencia es mucho más que investigaciones y experimentos, es una forma de pensar que parte de la curiosidad y que coincide con la forma de pensar del niño, quien busca de forma incesante la respuesta a todo lo que les rodea". Es la premisa de la que parten los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que llevan por toda España el proyecto El CSIC en la Escuela . Por Cáceres pasaron la semana pasada con el propósito de acercar a los profesores de Educación Infantil y Primaria al Modelo molecular de la Materia, temática del curso.

"Hemos trabajado la conducción eléctrica a través de una solución salina, hemos construido un modelo atómico, es decir la composición de un átomo sencillo, diferenciando el núcleo, las capas de la corteza y la distribución de cada uno de los elementos, que son protones, neutrones", explicaba José Manuel López, uno de los investigadores que integran el grupo de enseñanza del CSIC. El es el que se ocupa de diseñar los experimentos y lo hace "utilizando materiales que los profesores puedan tener a su alcance en el aula, en casa o que se pueden comprar en las tiendas de todo a un euro´". De hecho el aula del CPR en el que se desarrolló el curso estaba repleta de bolsas con paquetes de pajitas, pelotas de ping-pong, vasos de plástico, palillos... "Así les hemos enseñado a montar una balanza con dos vasos de plástico y una pajita", añadía.

En cuanto a los resultados del proyecto, José Manuel Gómez, uno de los coordinadores del programa (junto con María José Gómez), destaca que el hecho de trabajar con el método científico permite que "con una metodología sencilla sean ellos, y después los niños quienes descubran. El lenguaje no supone una barrera porque el lenguaje de la ciencia es universal", señala.

Demasiada ciencia

Algunos de los ´alumnos´ eventuales se sentían abrumados ante la tarea que supone este método de trabajo basado en la experiencia. "Nos hablan de átomos y de protones, y explicarle eso a un niño de tres años es excesivo", señalaban algunos escépticos del aula, que incidían también en el trabajo extraordinario que requiere aplicar este modelo de enseñanza.

La clave a esto la daba otro de los investigadores del CSIC. "La base de este proyecto es que ellos construyan un modelo microscópico de lo que están viendo en estas clases, que lo adapten a partir de estos recursos", explicaba José Manuel Gómez.

Eso es lo que hace desde hace más de una década Artemia Red, en el Centro de Educación Infantil Carrapico, en Casar de Cáceres. "Nuestro proyecto educativo se basa en el constructivismo, es decir, en que los niños observen, manipulen y experimenten", explica sobre el modelo de enseñanza con el que trabajan en el centro en el que atienden a 80 niños. Una de las actividades para despertar los sentidos en los niños consiste en manipular harina.

"La pasamos por el colador, los niños la tocan, la amontonan, hacen dibujos en ella, soplan sobre ella con una pajita para que vean que genera polvo...", explica sobre cómo aplican en el centro las explicaciones del CSIC al trabajo con niños que no llegan a tres años. "Después añadimos sal, agua y levadura en la harina y hacemos pan, para que vean de dónde sale lo que ellos comen", añade.

Sobre la respuesta de los menores ante estas actividades la docente reconoce que "es difícil evaluar sus conclusiones porque no dominan aún la expresión oral, pero --matiza-- sus gestos, la mirada y el lenguaje de las manos, nos informa de cómo procesan la información que están viendo". Del mismo modo aprenderán qué es rugoso, suave, duro, blando o frío. Porque eso también forma parte del modelo molecular de la materia.