La piedra sufre una erosión normal, pero cuando el proceso se acelera a causa de agentes climáticos y ambientales se produce el mal de la piedra. En el caso del granito de Santa María, el esqueleto se convierte en arcilla y los granos comienzan a disgregarse.

El fenómeno fue descubierto hacia los años 70 en Italia, y en Cáceres se detectó a mediados de los 80. Hay varios edificios afectados: San Mateo, Santiago, San Francisco...

La patología, al menos, puede frenarse. Los profesionales aplican tratamientos especializados y exhaustivos para eliminar los elementos sueltos, llegar a la parte sana de la piedra, protegerla y consolidarla.