Hace tanto tiempo que he perdido la cuenta pero ya habrá pasado más de una década desde la primera vez que nos dijeron que íbamos a tener AVE. Es cierto que han ido rebajando las prestaciones del tren pero aún así mejoraría lo que tenemos, cosa nada difícil.

Puesto que nadie ha visto el tren en nuestra estación no cesan los comentarios adornados por alguna que otra protesta no tan multitudinaria como debiera. Los más indignados aseguran que nos están toreando. Los matemáticos afirman que como somos tan pocos habitantes, o sea votos, no nos tienen en cuenta. Los victimistas, cosa muy extremeña, reafirman que nos tienen olvidados, relegados y abandonados. Hasta los catovis han dejado de pedirle ayuda a la Virgen de la Montaña porque no creen que pueda hacer un milagro y si un Catovi no cree en la Virgen de la Montaña es que la cosa es irremediable.

A mi me parece que es necesario ser más ecuánimes y lógicos en el examen de esta cuestión. En esta década han pasado varios presidentes de gobierno, muchos ministros de fomento o transportes, no sé cuantos consejeros de la cosa, acaso una veintena de diputados y senadores extremeños ¿me quieren decir que todos ellos nos han toreado, mentido y ninguneado? ¿No habrá existido alguno, justo y misericordioso, que pensara: «Voy a darles un caramelito a estos extremeños tan sufridos y olvidados por mis colegas»? Pues si no lo ha habido quizá fuera necesario que al juramento que llevan a cabo en su toma de posesión añadieran: «Y juro, o prometo, decir la verdad» No toda la verdad que puede ser peligroso. Me parece que esto es imposible en gente dedicada al servicio de los ciudadanos de manera que habrá que pensar en otra cosa. Es necesario reparar en que se trata de un tren de tan alta velocidad, algo nunca visto por aquí, y por lo tanto no debe extrañar que haya llegado pero debido a su velocidad nadie le ha visto y además se ha pasado de estación al serle imposible frenar en el sitio exacto. Preguntaré a los de Lisboa por si ha parado allí.