A Mariluz Senso, limpiadora de profesión, le brillan los ojos ahora que ya tiene las llaves de su nuevo piso en la calle Río Tíber, también en Aldea Moret. "Claro que me da pena. El piso que dejo es mejor que el que me van a dar", asegura. Dejará atrás una parte de su vida en el bloque C de Ródano, al que se trasladó hace 19 años y donde logró criar a sus ocho hijos, de los que tres siguen viviendo con ella, ya separada. El mayor tiene 34 y la menor, 20. "Estoy contentísima", aseguraba ayer, harta de soportar el día a día en el bloque. "Ha sido horroroso por todo, la convivencia, la falta de limpieza... Teníamos que entrar con mascarilla", acierta a decir tras firmar las escrituras de la nueva casa, que aún no conocía ayer.

Para esta vecina, la solución adoptada por el ayuntamiento llega con retraso. "Se podía haber hecho antes. Son muchos años pidiendo que nos saquen de allí y que lo arreglen o que hagan algo, pero allí no iba nadie. Ha sido horroroso", repite. Asegura que ésta era "la mejor solución" tras la idea inicial de arreglar las viviendas para que continuaran en el inmueble.

Junto a ella está su hija Lucía, que también ha sufrido penurias. "Salías oliendo bien de la ducha, pero luego apestabas a hoguera. Además, todo el día aguantando a gentuza. En el nuevo bloque ya no tengo miedo a que me roben", añade. Al igual que el matrimonio formado por Martina Rebollo y Antonio Mangas, otros adjudicatarios de una vivienda en Primero de Mayo, no quiere ser fotografiada por este diario para que no se sepa que ha vivido en Ródano.