Dos bancos del paseo Calvo Sotelo, la parte baja de Cánovas, es lugar de encuentro de un colectivo marginal de la ciudad desde hace más de dos años. No hacen daño a nadie. Beben vino en tetrabrik, charlan, a veces discuten a gritos, se calientan al sol, piden calderilla a los viandantes y a los comerciantes de la zona y pasan ociosos las horas.

Sin embargo a veces, cuando el ambiente rebosa de grados, se pelean, orinan o vomitan a la vista de cualquiera. "Es poco higiénico y, la verdad, están muy cerca del parque infantil", comenta un camarero del Quiosco Colón, que, a pesar de ello, asegura que tampoco dan excesiva lata. "Sólo cuando están muy mal, pero si quieren entrar aquí les decimos que no y se van sin problemas", añade.

El domingo fue uno de esos días subidos de grado. La policía local de patrulla en la zona tuvo que intervenir, vaciarles varios brik de vino y litronas que consumían e identificar a uno de estos incondicionales del paseo que se encontraba orinando "sin importarle la presencia de las personas que paseaban por el lugar", dice el parte de incidentes del cuerpo municipal.

"Conducta inadecuada"

En este informe, los agentes destacan que durante la vigilancia del paseo se observó que la conducta de estos individuos "no es la adecuada", teniendo en cuenta la presencia de menores que acuden a la zona de juegos. "En ocasiones, mantienen peleas entre ellos y son frecuentes los insultos y expresiones soeces o malsonantes que dicen a voces. Es habitual que orinen o vomiten en el lugar", recoge el informe policial.

Una de las comerciantes del paseo, que pide mantenerse en el anonimato porque la conocen, lamenta la "mala imagen" que da este grupo de personas que afecta a sus negocios. "Atosigan a nuestros clientes pidiéndoles dinero, la gente les huye y apenas vendemos chucherías porque no vienen muchos niños por ellos", señala.

Esta comerciante asegura que en alguna ocasión han intentado robarle a alguna clienta el bolso y apunta su extrañeza porque los viernes por la tarde muchos soldados se acercan a alguno del grupo y se intercambian cosas.

El concejal de Seguridad Ciudadana, Santos Parra, insiste en que no se puede evitar la presencia de estas personas en el paseo o en cualquier otro lugar. "Mientras no hay denuncias de las personas o cometan algún delito, la policía no puede actuar porque tampoco hacen daño. Hay un vacío legal y, aunque se denuncie, son insolventes y no se puede hacer nada", reconoce el edil.

Los vecinos del entorno no se quejan, al menos no lo han hecho a la asociación vecinal. Su presidenta, Roser Gruart, sostiene que el problema no es del barrio, sino de Cáceres, porque se da una imagen "pobre" de la ciudad. "Es sólo una vista poco agradable --argumenta--, pero yo llevo a mis nietos a los juegos infantiles y ni me siento acosada ni en peligro". El parque es de todos.