Desafortunado cierre del Festival Clásico cacereño con una muy osada Compañía do Chapitó, al utilizar la famosa tragedia Hamlet como si fuera una bufonada esperpéntica. El parecido con la obra de W. Shakespeare es mínimo como no sea el mencionar a los personajes principales de la obra, pero desfigurándolos y tomándolos a chacota, pues los cuatro actuantes los iban incorporando rotativamente en su cómica interpretación, y al final no sabías quién hacía de Hamlet o de Ofelia.

Y cualquier situación o tema de la obra era un pretexto para soltar unos gags o pantomimas que poco tenían que ver con la misma, sino más bien con unas incongruentes payasadas circenses y con el exclusivo afán de hacer reír, lo que conseguían muy escasamente. Sin escenografía ni ubicación alguna, salvo unos intermitentes enfoques luminosos hacia una supuesta puerta giratoria y un ascensor que subía teóricamente a un alto piso de un rascacielos de una multinacional.

Los cuatro actuantes iban con traje gris y una multifuncional corbata, que junto con la americana se la quitaban y ponían a discreción, aunque las corbatas se iban multiplicando progresivamente. Hablaban en el programa de humor mordaz, cuando lo más abundante eran ridículas contorsiones, pantomimas faciales, tumbarse inopinadamente por los suelos... o sea coger la impresionante tragedia citada para ridiculizarla descontetualizándola y perdiendo el sentido y el espíritu de la misma.

Pese a no llevar ningún orden ni concierto en la supuesta dramaturgia, solo se quisieron centrar en unos temas de fondo de la misma como la traición, la venganza, el incesto, la corrupción y la moralidad, pero de forma harto desenfadada, pues posiblemente los tres directores del raro montaje no se coordinarían mucho. Hubo algunas escenas más reídas que otras: como la reiterada aparición del Espíritu del padre de Hamlet en el sótano, las bodas de la reina Gertrudis y el tío Claudio, el nuevo rey felón y el duelo final con floretes-corbatas y constantes brindis.

El caso es que estos irreverentes clowns lusitanos, hablando poquito en un aceptable castellano cayeron en gracia en un pequeño sector de público y al final éste les premió con ciertos aplausos, que algunos no compartimos. .