Si los trabajadores más antiguos tienen una visión privilegiada de la trayectoria de Waechtersbach y de las razones de su declive, los novatos también aportan claves esenciales para entender este fracaso empresarial. Eva, por ejemplo, es otra de las escasas jóvenes de la fábrica, donde desarrolla su trabajo como ingeniera química. Llegó hace año y medio de Badajoz y se asentó en Cáceres con todos los esfuerzos de un traslado y una nueva vida, dejando atrás otras ofertas de trabajo porque le gustaba el trabajo en Waechtersbach: "Resulta muy atractivo y bastante original", dice.

"La plantilla no se ha rendido nunca, nadie podrá culparnos de nada, al contrario, los compañeros han dado todo lo que han podido, incluso en los peores momentos, y vamos a seguir luchando hasta donde se pueda", declara firmemente convencida. Pero reconoce que en su cometido diario ha sido testigo directo de algunas deficiencias por parte de la empresa: "No conozco los temas de gestión o administración, pero desde el punto de vista técnico sí me consta que no ha habido recursos suficientes ni inversiones en tecnología que permitieran seguir adelante y competir con el nivel que exige actualmente el mercado. Eran necesarias diversas mejoras que nunca han llegado a hacerse", lamenta.

La joven tampoco comprende cómo "a nivel administrativo y político pueden dejar a la deriva una empresa como ésta, con noventa empleos", cuando, afirma, "en la comunidad extremeña sólo destaca el sector agroalimentario, hay poca industria y los puestos laborales precisamente no sobran en la región".

La ingeniera pide apoyos firmes para Waechtersbach "desde esferas más altas" para evitar el cierre definitivo de una compañía con treinta años de trayectoria. Eva Morales insiste en que "esta planta tiene un proceso muy peculiar y un producto que merece la pena, único en Extremadura, con nombre y reconocimiento. No hay otra industria igual en la región, y la pérdida sería por ello todavía más grave".