Soledad Alonso estudió Trabajo Social en Madrid, trabajó en el Gregorio Marañón y decidió volver a Cáceres para formar su familia. En 1980 entró en el Hospital Virgen de la Montaña como trabajadora social del servicio de admisión. La labor de beneficiencia que desarrollaba el propio hospital y las especiales necesidades de algunos enfermos (quemados, pacientes de Psiquiatría, afectados por sida, pacientes de Geriatría sin apoyo familiar...) llenaron pronto su jornada diaria de asuntos sensibles que necesitaban una solución.

Soledad trabaja codo a codo con otra compañera para solventar este tipo de cuestiones en todo el hospital, sobre todo en Psiquiatría y Geriatría, las unidades más delicadas en este sentido. Ellas son las responsables de buscar a los pacientes un recurso de futuro, resolver su vida más allá del alta hospitalaria, ya que algunos de ellos no tienen una salida. Tratan los casos más duros del hospital. «Es inevitable irse con los problemas a casa, le vas dando vuelta y en el paso de la noche ves la solución. Tenemos carga emocional, es cierto, pero también cuentas con recursos para afrontarlo después de 40 años de profesión, por cierto muy satisfactoria», se sincera

Soledad se jubilará en febrero. «Echaré de menos el hospital. Desde el principio siempre me encantó la colaboración entre los compañeros, la gente se echaba una mano fuera cual fuera su categoría profesional, aquí había que trabajar y tirar adelante. Es como nuestra segunda casa, todos nos conocemos, nos preguntamos por nuestros problemas... Sí, lo echaré mucho de menos», concluye.