Incluso antes de que se empezaran a notar los efectos de la crisis en la ciudad, el presidente de la Asociación Cacereña de Cáceres (Asce), Horacio Daza, asegura que en la ciudad "el hombre inmigrante siempre ha tenido mayores dificultades que la mujer a la hora de encontrar trabajo".

Esto se debe, según Daza, a que en Cáceres no existen grandes industrias. Hasta ahora han ocupado puestos en la construcción, "que está en una fuerte crisis" apunta, en el cuidado de fincas, empresas de mudanzas y en el ejército, aunque, actualmente en este último "se está restringiendo la entrada a los ciudadanos extranjeros".

En cuanto a la mujer, ocupa sobre todo puestos en el sector doméstico, cuidando a ancianos y a niños, y en el sector servicios.

Los que sí han tenido mayor suerte, comenta, son los profesionales que han podido homologar su título, como es su caso, que es ingeniero de electrónica. En la actualidad en Cáceres trabajan médicos, odontólogos y psicólogos entre otros.

Debido a esta diferencia, un hecho que se produce entre la población inmigrante es que prácticamente no existe clase media entre la misma. En cuanto a las condiciones de los trabajos que ocupan, Daza denuncia que a un inmigrante "se le exige más y en muchos casos cobran un salario inferior". Como ejemplo, Daza pone el servicio doméstico: "Entras para cuidar niños y acabas haciendo todas las tareas de la casa, pero es el trabajo que hay".