Cita a Cohen a mitad de la conversación para imprimir sentido a aquello de ‘mirar alrededor para encontrarse a uno mismo’. Alejandro Pelayo es una de las dos piezas de Marlango, el dúo que componen con la actriz y cantante Leonor Watling. Su vínculo está tan consolidado que se atreven a girar por teatros para ofrecer un directo sin ornamentos, pero sin olvidar que la marca del grupo es el detalle y el cuidado de unos temas que destilan ligereza y elegancia. Alejandro detalla para EL PERIÓDICO las claves de Delicatessen, la gira con la que hacen parada hoy en el Gran Teatro (20.30 horas) y con la que prometen música y cercanía -las entradas anticipadas cuestan 22 euros y 25 euros en taquilla-.

«Si nos piden una canción, la tocamos», defiende el pianista. Reconoce que en un principio les daba «miedo», pero lo han hecho. Han roto la barrera de distancia, una cuestión que asumen con «responsabilidad». «Somos la bisagra que une al oyente con el público», recuerda. En cualquier caso, Pelayo señala que el formato permite «desdramatizar la figura del músico estanco en el escenario». Para esta gira que lleva casi tres años en los escenarios, han elegido espacios que permitan que los asistentes se conviertan en «actores» del concierto. En ese sentido, Pelayo destaca que «el Gran Teatro cumple todos los requisitos».

La trayectoria que comparten Pelayo y Watling «es caldo de cultivo» para esta apuesta casi «a la carta», detalla el pianista. Ambos compusieron en 1998 una maqueta con 14 temas que luego tomaría forma en los 2000 como el primer disco. Ahora ya tienen seis -el último El porvenir- y uno próximo que presentarán en marzo y en el que el músico adelanta que será un paradigma del ‘menos es más’. Menos arreglos impuestos y más verdad. No obstante, el músico deja claro el afán de Marlango de alcanzar la nitidez perfecta en el mensaje. «Confío en que sea el mejor de los siete», suspira.

Entretanto, reniega de la radiofórmula y de la industria, que bajo su punto de vista «está alejadísima de la realidad». «Basta con poner la radio para saber lo que no hay que hacer, hay una riqueza musical en este país que la industria no refleja». «Lo que está claro es que las canciones te devuelven lo que eres», concluye.