Ningún adjetivo será suficiente y ninguna descripción poética, literaria o periodística, por muy épica que suene, bastarán para describir el Museo Helga de Alvear, uno de los más importantes del mundo, el mejor compendio del arte contemporáneo desde los años 80 hasta nuestros días y que antes del mes de diciembre, si la evolución de la pandemia lo permite, se abrirá al público. Como aperitivo, la galerista alemana y el arquitecto del proyecto Emilio Tuñón, guiaron a mediodía de ayer una visita por las instalaciones en la que participaron el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, la consejera de Cultura, Nuria Flores, y el alcalde de Cáceres, Luis Salaya.

«Ahora veis como esto va ‘parriba’. Al señor alcalde ya le dije que vamos a poner a Extremadura en el mapa y lo hemos conseguido», dijo De Alvear con su habitual sentido del humor y poco antes de tomar asiento en un bordillo del jardín del edificio tras recorrer los 5.000 metros cuadrados de este mastodonte único y definitivamente hermoso. «Contenta no es la palabra. Es un poco más», expresó la galerista, que no pudo obviar a Luis Mansilla, fallecido en 2012, y que junto a Emilio Tuñón formaron el tándem arquitectónico que parió este proyecto.

El sueño

El sueñoJuntos empezaron con el sueño de Cáceres en 2008, que consistía en una actuación de 20.000 metros cuadrados que luego se fue encogiendo a la mitad, con 3.000 metros en la Casa Grande, 5.000 en el nuevo edificio del Centro de Artes Visuales y otros 1.500 en un edificio anexo, aún por construir, y que se dedicará al archivo. «Con eso completaremos el Campus Helga de Alvear», aseguró Tuñón, quien no dudó en aseverar que «es un lujo para Cáceres que Helga haya tenido la generosidad de ceder su colección»; a lo que la galerista enseguida corrigió a carcajadas: «Pero eso es un vicio, no es ninguna generosidad. No la puedo llevar conmigo, así que aquí ha encontrado su sitio».

El arquitecto explicó que se trata de la colección más relevante de arte contemporáneo que tenemos en España, «pero también es una de las más importantes del mundo». Tal es así, que los principales críticos del planeta acaban de asegurar que «está por encima de los estándares». De hecho, cuando el edificio se encuentre a pleno rendimiento cabrá en su interior el 20% de la colección, aunque habrá exposiciones temporales en la Casa Grande (un 10%) y el resto de la obra, en torno al 70%, quedará custodiada en el archivo, de manera que nunca será un museo estanco, sino vivo. Además, las piezas seguirán circulando por todo el mundo, en distintos espacios expositivos, algo que llena de elasticidad a esta iniciativa museística.

El museo, desde su origen, está pensado como un circuito interior, pero también exterior, que une la calle Pizarro con la del Camino Llano, a través de escaleras, rampas, paseos, vestíbulos interiores y exteriores, y ascensores. «Eso es bonito, porque tienes una especie de calle peatonal que integra la vida social del museo con la de Cáceres», razonó Tuñón. Es un concepto museístico muy inglés, con un amplio jardín, con acceso desde la plaza Marrón y Camino Llano, para que los niños puedan jugar, que conecta la zona moderna de la ciudad con su casco histórico, que estará abierta durante todo el día y se cerrará por la noche.

Al museo se entrará a partir de diciembre por el edificio contiguo a la Casa Grande, el que está junto al Hotel Albarragena. Está ideado como un edificio flexible, con un zaguán de suelo de cantos rodados al más puro estilo extremeño para pequeñas exposiciones de una pieza, performances, conciertos o reuniones infantiles. El zaguán conduce al visitante por diversas salas, divididas en cuatro plantas hasta llegar al jardín. En ellas se instalarán exposiciones fijas y móviles, que darán una vida inusitada a la capital.

La hemeroteca

La hemerotecaTirando de hemeroteca, el Centro de Artes Visuales consta de dos fases. La primera, concluida en 2009, costó tres millones de euros y pasó por la rehabilitación de la Casa Grande, situada en el número 8 de la calle Pizarro, un típico edificio de la alta burguesía cacereña que terminó de construirse en 1910 y que fue adquirido por la Universidad de Extremadura en los años 80. Tras la reforma del inmueble, acoge parte de la colección De Alvear.

Pero para dar por concluido el proyecto cultural más ambicioso de la capital, había que terminar una segunda fase. Por ello, se ha trabajado en este edificio de nueva planta en la zona de los jardines de la Casa Grande. Diseñado por el estudio de los arquitectos Tuñón y Mansilla, que ya levantaron el Atrio Relais&Chateaux de la plaza de San Mateo, han ejecutado un edificio rabiosamente contemporáneo, que parte de la zona trasera de la Casa Grande y se abre hacia Camino Llano como metáfora de la búsqueda de la unión entre el casco histórico y el centro urbano, respetando el elemento esencial de los jardines primigenios de la Casa Grande, por cierto de gran belleza.

En el año 1967, Helga de Alvear compraba su primera obra de arte y, sin sospechar la dimensión que este acto adquiriría en el futuro, daba inicio a una actividad que se ha mantenido hasta la actualidad, ganando en pasión, profesionalidad y tenacidad. Tres cualidades que le han permitido reunir la más importante colección privada de arte contemporáneo internacional de España. Las obras posibilitan realizar un recorrido por algunas de las muestras más significativas del arte nacional e internacional producido durante los últimos 40 años. Está compuesta por 3.000 piezas de pintura, escultura, fotografías, instalaciones y videos, y valorada en más de 140 millones de euros. En ella, nombres como Bayrle, Dalí, Barceló o Charlotte Posenenske.

Lluvia de premios

Lluvia de premiosLa apertura de la segunda fase del proyecto estaba programada para 2011, pero problemas administrativos y litigios han retrasado su ejecución. Hasta ahora, el área de la Casa Grande se destina a espacio expositivo y a servicios administrativos. Tras la puesta en marcha del nuevo recinto, el palacete de Pizarro solo quedará para administración, aunque contará también con espacios neutros que permitan la exposición.

Esta segunda fase, visitada ayer por las autoridades, tiene un presupuesto de 10 millones de euros. «Cáceres da un paso más, Extremadura da un paso más», aseguró la consejera, que agradeció a Helga de Alvear «que pusiese su mirada aquí y que tengamos la suerte de tener una exposición de esta magnitud».

El alcalde de la ciudad, satisfecho, reconoció: «Nos ha tocado la mejor parte de este proyecto. Después de muchísimos años con obstáculos y esfuerzo tanto desde lo privado como desde las instituciones públicas hemos tenido la suerte de ver lo más bonito. Es fascinante», definió Salaya. El regidor y la consejera recordaron así el esfuerzo de quienes los han precedido para que la iniciativa salga adelante.

Salaya añadió la importancia de que los niños tengan espacio en el museo porque es fundamental concienciar desde la infancia sobre el valor de la cultura. Pero además, es un museo que implica a toda la ciudad. «Somos el contenedor del contenedor, de un museo que nace en Cáceres pero para que se proyecte al mundo. Tenemos que conseguir que el acceso al arte contemporáneo sea totalmente transversal, que podamos acceder a él independientemente de nuestro origen social y que no encontremos barreras ni económicas ni culturales. Es una oportunidad fantástica que tiene la ciudad y que vamos a poder y saber aprovechar», concluyó.

El proyecto expositivo lo guiará José María Viñuela y jardineros cacereños se ocuparán de la zona verde. Jose Polo, copropietario de Atrio, presente ayer en el acto afirmó: «Le van a llover los premios». Toda la razón.