"Ha habido tantas noches malas que no es fácil recordar una. Hemos pasado muchísimas sin dormir, levantándonos a las tres de la mañana con un tremendo dolor de cabeza y un gran nerviosismo". Bernardino Foj compró un piso en Hernán Cortés con vistas a la plaza de Albatros a finales de los 60. Desde hace años el ruido le persigue. Su comunidad es una de las tres que han puesto el problema de la movida en manos de un abogado. Resignado recuerda cómo un vecino que tenía en el 1º se gastó 3.000 euros en insonorizar su habitación: "No le sirvió de nada porque seguía escuchando la música".

En su casa guarda montones de denuncias. "Hay días que subes al noveno y vibra la barandilla. Ya hay edificios con grietas". Dice que no quiere que cierren los bares: "Quiero que cierren los que molestan". Y con sorna concluye: "Hay noches que esto parece el tamtam de los tambores africanos".