Asentadas en la capital cacereña desde 1879, hace este año 141, las Hermanitas de los Pobres anunciaron la tarde del pasado miércoles que abandonan la ciudad. La crisis de vocaciones es la razón que les lleva a adoptar esta decisión, según confirman fuentes de la congregación. «Hemos comunicado la noticia a la casa, a los residentes, a sus familiares y a los trabajadores. Esta es la situación y el motivo es la crisis vocacional», reiteran las mismas fuentes.

«Somos cada vez menos, bastantes de nosotras nos estamos haciendo mayores y ya no podemos abarcar tantas cosas». Explican que actualmente residen en el edificio, situado en la avenida de España, 10 religiosas; «dos de ellas están en silla de ruedas, una es muy mayor y la casa es muy grande. Todas hacemos lo que podemos, aunque algunas por edad tengan una actividad limitada».

La orden atiende a 94 personas mayores y cuenta con 43 empleados. «Nuestra misión es mantener un espíritu y en estos momentos no se puede porque tenemos más casas en España (hay 27)». Lo que vaya a ocurrir con el futuro del centro aún se desconoce, aunque todo apunta a que se mantenga a través de una empresa privada.

La noticia de la marcha de las Hermanitas de los Pobres causa una gran inquietud en Cáceres. «Agradecidos, apenados y profundamente preocupados», explica la cacereña Julia Chamorro Silgado. «Estos fueron los sentimientos manifestados, tanto por los residentes, como por los familiares de estos, en la reunión mantenida en la tarde del pasado miércoles, en la sede que la congregación tiene en la avenida de España de Cáceres», explica Chamorro.

En dicha reunión se informó, por parte de las hermanas, de la decisión tomada por la congregación, de dejar la residencia de ancianos que mantienen en la localidad. El motivo: la dificultad de las hermanas, debido a la avanzada edad de la mayoría, en la gestión de la misma.

Se indicaron, igualmente, las intenciones de la congregación de llegar a un acuerdo con alguna entidad privada que pudiera hacerse cargo de la residencia, de sus ancianos y sus trabajadores.

«Lógica es la inquietud de los residentes, por sus posibilidades de mantener sus plazas en las mismas condiciones en las que las tienen en la actualidad. Recordemos que todos ellos son jubilados con pensiones mínimas, con lo que la dificultad de asumir cualquier tipo de cambio en sus condiciones económicas es, para la mayoría, inasumible», añade Chamorro.

NUEVOS CENTROS / Por otra parte, en la ciudad de Cáceres, «se viene demandando a las autoridades la apertura de nuevas residencias de ancianos, preferiblemente en la zona centro, que cubran las necesidades crecientes. Se podría considerar que la Residencia de las Hermanitas, cuya capacidad parece que puede ser ampliable, podría cubrir esta demanda», indica. «La pregunta parece lógica: ¿Se involucrará la administración autonómica en dar solución al problema? Quizá llevar el tema de primera mano, podría dar solución a las dos cuestiones», añade Chamorro Silgado en una carta remitida a este periódico.

El primer asilo de las monjas tuvo su sede en el número 23 de la calle Caleros, ocupado por las seis hermanas fundadoras en 1879. En 1882 se colocó la primera piedra de un nuevo edificio en Cánovas cuya construcción se alargó hasta 1912 por falta de medios. Ese primer edificio al que todo Cáceres conocía como ‘Mi casa’ fue demolido en 1981 para levantar el actual, diseño del arquitecto Tomás Civantos. Para su construcción, cuyo coste rondó los 700 millones de pesetas, fue necesaria la venta de solares que se encontraban en la misma parcela y la ayuda económica del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social gracias a la intermediación de Faustino Muñoz, diputado cacereño en el Congreso, con el ministro Juan Rovira Tarazona. El inmueble es propiedad de las monjas.

La primera piedra del centro actual se colocó el 30 de abril de 1982 y en su construcción se emplearon cerca de dos años. Durante aquel tiempo, los ancianos tuvieron que ser repartidos por las casas de la congregación en Madrid, Valladolid, Bilbao o Salamanca. Los trabajos sirvieron para levantar unas instalaciones adaptadas a las necesidades de un servicio que alterna en la actualidad la atención permanente con la de un centro de día. Las Hermanitas de los Pobres son toda un institución en Cáceres, tanto es así que en abril de 1980 recibieron la Medalla de Oro de la Ciudad.