Ni Carlos Sánchez Polo, ni José María Saponi, ni Carmen Heras, ni Elena Nevado. Será el alcalde Luis Salaya quien inaugure hoy la sede vecinal de Hispanoamérica, que es más bien un centro cívico para toda la ciudad en el que los vecinos tienen un despacho. Quizá no es lo que esperaban después de 30 años de su anuncio, porque el colectivo vecinal aspiraba a algo menos ambicioso. Detalles aparte, lo cierto es que al fin se abre. Está previsto a las diez de la mañana en un acto sin alharacas al que asiste el regidor acompañado de su portavoz, Andrés Licerán, y del concejal de Participación Ciudadana, David Holguín. No faltará el presidente de la asociación, Raimundo Medina, cuyo nombre por cierto bautiza las instalaciones.

Fue siendo Sánchez Polo alcalde cuando el ayuntamiento ofreció a Hispanoamérica un solar para levantar su sede a instancias del propio Medina, que entonces ya presidía el colectivo. Poco tiempo después el consistorio convino con los vecinos la idoneidad de ceder esos terrenos a la Junta para que el extinto Insalud levantara allí el Centro de Salud San Jorge a cambio de dejar un espacio libre para que la sede pudiera construirse en el futuro.

En 2004 Raimundo Medina remitió una carta al entonces presidente regional, Rodríguez Ibarra, para que los terrenos revertieran de nuevo al ayuntamiento y pudiera hacerse la sede. El proceso se dilató de forma pasmosa. Hubo gestiones por parte del gobierno de Saponi, que resultaron infructuosas, y no fue hasta el mandato de Heras cuando los vecinos recuperaron el terreno. Siendo concejal de Obras Miguel López se comenzó el movimiento de tierras. En 2011, ya con Nevado en la alcaldía, se colocó la primera piedra.

PARALIZACIÓN / La obra de la sede fue adjudicada por 383.388,83 euros. Esta actuación ha pasado por una dilación administrativa sin precedentes que ha hecho que la asociación con más tradición de la ciudad no tuviera hasta ahora un centro propio. Es verdad que los trabajos comenzaron en 2011, pero se paralizaron a los pocos meses por problemas con la adjudicataria y algunas de las contratas que trabajaban en la parcela.

El edificio, en la calle Teide, tras el centro de salud San Jorge, quedó abandonado a medio construir y durante ese tiempo el ayuntamiento gestionó para resolver el contrato y poner en marcha una nueva adjudicación de los trabajos que restaban por hacer. La empresa Incoc, a la que se le adjudicó la actuación, entró en concurso de acreedores y dejó la ejecución al 92%, pendiente de unos 23.000 euros para poder finalizarla. A partir de ahí, el gobierno municipal comenzó la resolución del contrato a través del Consejo Consultivo de la Junta de Extremadura, que aceptó dicha resolución. Hoy Salaya, al fin y aunque parezca mentira, la inaugura. Los vecinos, pese a los retrasos, nunca han desfallecido.