"Mi libro se llama Adiós y cuenta cosas del colegio y de mis amigos, porque este año es el último que estoy allí". Angela María Moreno Ruiz deja ya el centro de PROA, en el que ha estudiado los últimos años y al que ha querido dedicar el texto con el que participaba, por primera vez, en el concurso literario promovido por la Librería Agúndez para estudiantes de Educación Especial. "La historia habla de cosas del colegio y de caballos", resumía ayer tras recibir el primer premio en la categoría de Primaria, un lote de libros valorado en 150 euros.

Como ella, 139 alumnos de una veintena de centros de la región, recibieron ayer la recompensa a su esfuerzo: varios lotes de libros valorados en total en 7.000 euros y las felicitaciones del promotor del concurso, Alfonso Agúndez, el alcalde en funciones, Cipriano Madejón, la diputada de Cultura, Silvia González y el presidente del jurado, Teófilo González. "Nos habéis dado mucho trabajo y nos sentimos orgullosos del resultado obtenido", resaltaba este último sobre la calidad de los trabajos presentados, en los que han valorado tanto la historia como las ilustraciones que debían acompañar al texto. Cristina Garrido Saavedra y María José Franco Rodríguez recibieron dos menciones especiales por sus ilustraciones.

"Seguro que todos los trabajos los habéis hecho con el corazón y con mucha creación", destacaba Cipriano Madejón sobre las obras presentadas --textos de no más de 5 folios y de temática libre--, que valoró como producto de "la sensibilidad que demostráis". También destacó la labor que realizan los profesores de los centros participantes "porque animáis a los niños a participar en este proyecto", que dijo valorar "muy positivamente".

Por su parte la diputada de Cultura, Silvia González, se refirió a la iniciativa "innovadora y arriesgada" de Alfonso Agúndez con este proyecto, que aúna la vocación integradora y la difusión lectora; aunque no todos los regalos fueron libros. Raúl Martín Martín, alumno de La Laboral y estudiante en prácticas en la librería Agúndez recibió otro especial: una camiseta del Barça con el número 10 y su nombre. "Lo merece, aunque me ha costado hacerlo como madridista que soy", bromeó el librero. El abrazo que Raúl le dió al ver su regalo, bien merecía el esfuerzo.