Honduras es un pequeño estado centroamericano con una extensión ligeramente inferior a Andalucía y Extremadura juntas. Dista 8.200 kilómetros de España y apenas supera los 8,7 millones de habitantes. Sin embargo, se ha convertido en el principal país de origen de los extranjeros que viven en Cáceres. Los 248 hondureños censados superan a los chinos (231), los rumanos (231) y los marroquíes (222).

¿Por qué España? ¿Por qué Cáceres? Andy Noel Nelson lo explica. Tiene 32 años y llegó de Honduras en 2009. «Venimos a España por las buenas relaciones que existen. En este país encontramos más facilidades que por ejemplo en EEUU o Alemania, pero también por la coincidencia del idioma, que es muy importante», indica. Además, valoran especialmente la serenidad de una ciudad como Cáceres. «En Honduras teníamos más trabajo pero menos seguridad. Apreciamos mucho este aspecto porque conocimos la tranquilidad y la perdimos», explica.

Andy llegó con un contrato de trabajo para cuidar a un niño de 4 años. Se lo facilitó su hermana Jacqueline, que ya residía en Cáceres. «Al principio se me hizo muy extraño porque vine en pleno verano y a las diez de la noche hacía sol, me costaba dormir». Pero pronto se adaptó al horario y se integró con rapidez. «He encontrado gente buena y muy amable conmigo, he tenido suerte. A veces sobran algunos comentarios ofensivos, pero las palabras se las lleva el viento y como persona no me perjudican», afirma este joven.

Algunos giros lingüísticos le han costado un poco más: «Nosotros cuando decimos ‘ahora’ nos referimos al pasado, y para referirnos al presente decimos ‘ahorita’». Pero lo tiene superado. «No me arrepiento de haber venido, no está en mis planes regresar a Honduras aunque me encantaría volver de vacaciones, no he podido hacerlo desde que vine. Echo de menos a los familiares que quedaron allí. Cuando fallece alguno, se me hace muy duro», confiesa.

Andy ya tiene una novia cacereña con la que existen planes de boda. «Me gustaría que mis hijos se criaran en esta ciudad tan tranquila». A su edad ya ha sido presidente de la comunidad mormona en Cáceres y ha ido ampliando sus oportunidades laborales hasta establecerse como pintor. «En invierno hay menos trabajo pero a partir de mayo empieza lo fuerte y hay que aprovechar», afirma. No duda en responder cuando le preguntan por lo mejor de su nuevo país: «la tortilla española, el jamón, la patatera y el queso». Por cierto, comienza a gustarle mucho el flamenco.

Los hondureños han encajado la crisis porque se adaptan bien a los trabajos. De hecho, Andy ya tiene en Cáceres a siete de sus nueve hermanos y todos han echado raíces en la ciudad. Sin embargo, no cuentan con una asociación establecida, aunque se ayudan cuando es necesario. «Nuestro carácter es independiente. Tratamos incluso de no pedir ayudas públicas, nos enseñan a valernos por nosotros mismos, cada persona debe ser autosuficiente», afirma.

Sin embargo, el joven llama la atención sobre las condiciones en las que trabajan muchos compatriotas como asistentes domésticos internos: «No tienen ningún día libre, solo una hora diaria. No pueden atender a sus familias, un aspecto que valoramos mucho», subraya, pidiendo más concienciación.