La librería Solano estaba en la plaza Mayor esquina con Andrada y la llevaba la familia de Juan Solano Pedrero, el compositor cacereño autor de las más bellas coplas de la historia de la música de este país, de bandas sonoras de películas como El último cuplé y Carmen la de Ronda , y de cuyo trabajo con Rafael de León nacieron célebres partituras como Esclava de tu amor , Tengo miedo o Un clavel .

Los Solano llevaron esta librería hasta que en 1965 se quedó con ella Vicente Hormigo, que tiene 88 años, que se casó con Consuelo Nieves y que tuvieron dos hijos: Eustaquio y Angel, que ya está jubilado. Eustaquio nació en la calle Caleros, jugaba al balón, a la billorda y en las huertas de la Ribera. Estudió en El Madruelo y luego se fue al nocturno de El Brocense. Entre sus amigos, Carlos Canchal, que su abuelo era el del Bar Canchal, que estaba en las escalerillas de la plaza y que tenía vinos y aguardientes.

A los 14 años Eustaquio se puso a trabajar de cobrador y botones en la agencia de transportes Extremadura de la calle Sánchez Manzano, muy cerca de los Candela, que era un almacén de maderas con una jartá de empleados.

Después empezó en la hostelería con El Figón haciendo servicios de boda en La Rosa. A Paqui Molano la conoció en El Patio. Y se hicieron novios. Paseaban por Cánovas y frecuentaban El Caballo Blanco, que estaba en la plaza del Duque y que llevaba Rufino, que preparaba unos choquitos fritos de morirse. Iban a La Cueva, que regentaba un hermano de El Pato y que contaba unos chistes muy buenos; también iban a los festivales de la plaza de toros, a la feria en El Rodeo... y muchas tardes entraban en la pastelería del señor Pastor, que estaba en Donoso Cortés y que hacía caramelos de rosa.

Modas Duque

Don José Reveriego los casó en San Blas, el barrio donde estaba el almacén de pieles de Rogelio Mateos. Allí, sobre un bastidor, colocaban las tripas secas de los corderos y con eso se hacía el catgut, un hilo con el que aún se cose en algunas operaciones.

Paqui se compró el traje en Duque, que tenía tienda en Roso de Luna (antes Javier García) y luego abrió una sucursal en San Pedro. La llevaba Julián Duque y allí había calcetines, guardapolvos para los trabajadores, sábanas, tejidos... Tras la boda, que celebraron en El Figón, se fueron de luna de miel a Bilbao. Tienen dos hijos, Belén y Javier, y un nieto, Josito.

Un día Eustaquio dejó la hostelería y se fue con su padre a la Librería Hormigo , junto a la Confitería Isa, que abrió el señor Vidal, con sus bambas y sus mojicones. En la plaza había muchísimos negocios: retales Josefina, la peluquería del señor Montero, Almacenes Reviriego, La Salmantina, que llevaba Jacinto García, el zapatero Pedro, que tenía la zapatería más tradicional de la ciudad y que empezó en Bujaco vendiendo fardos de zapatillas colorás que traía un día y al siguiente se agotaban.

En la plaza también estaba la farmacia de Bravo, de Manuel Bravo, famosa por su maniquí del escaparate, al que todos llamaban El Quebrao porque tenía un brazo en alto como si estuviera en cabestrillo, un braguero, y todo el cuerpo lleno de parches de esos que se ponían para los dolores. También estaba la farmacia de Escribano, y Galerías Madrid, que abrieron donde antes estaba la Frigorífica Salmantina, que tenía helados y gaseosas, y que estaba junto a Flores y Plantas Corcobado.

Además de la librería, Eustaquio y Paqui tuvieron durante muchos años una cestería enfrente del Mesón Extremeño, del bueno de Jesús Sansón y a un paso de La Machacona, donde iban a celebrar los carnavales con Marce y Jiménez Berrocal.

Hormigo es mucho más que una librería. "¿Qué tal señor Antonio?" , pregunta gentilmente Eustaquio. "Bien. Hoy he ido a la residencia y de paso he comprado en Salgado estos mejillones para un arroz" , responde el señor Antonio que le abre apresurado la bolsa con tan rico manjar. Hormigo es el punto de información de Cáceres, abren pasadas las seis de la mañana y cierran a las nueve de la noche, venden souvenirs, cerámica y el EXTREMADURA de toda la vida. ¿Qué más se puede pedir?

Lola Massey nació en Madrid pero cuando tenía 3 años, El Corte Inglés trasladó aquí a su padre, Nemesio Pérez, vamos, que Lola es de Cáceres de toda la vida. Su madre se llama Dolores López y tiene 4 hermanos: Susana, Esther, Elisa y Raúl. Lola estudió en Las Carmelitas, con la hermana Pilar, que le dejó huella porque era la más moderna de todas, con Emilia, Toñi Moreno, la hermana Juana, y la hermana Eliecer, que daba parvulitos.

Iba a clase con Magdalena. Y con Virgina Martín, que era la más lista de la clase y Lola siempre repetía curso. Virginia era la más alta de la clase, Lola la más baja, pero Virginia era la mejor amiga de Lola. Con ella iba al Club de Tenis Cabezarrubia, con ella y con Patricia, Chede, Carmela, Mamen... Orencio Carrascal, exfuncionario de aduanas de Hacienda, les daba montañismo.

Luego se fue al Hernández Pacheco, con Esther, Teresa, Luisa y Elisa. 500 pesetas para el fin de semana: al Yuyi en la plaza del Duque y al Por Ejemplo en La Madrila.

Pero Lola tenía un sueño y Nemesio le dijo: "Hija: a Madrid" . En un casting para elegir a las Spice Girls españolas la seleccionaron y se convirtió en una de las chicas de Dulces y Saladas. Ahora Lola vive en Argentina, donde cuál Evita, es toda una revelación. El miércoles presentó en la Sala Templo, de Madrid, su quinto disco La suerte de vivir (fueron hasta Parada y Paco Clavel, que la adoran). El viernes lo presentó en Bahía, la discoteca del Hotel Extremadura que llevan Conrado Fernández, José María Gijón, Nicolás Ferreiro y Coke Bermejo.

Es domingo y Womad ha convertido los pasos de peatones de Cánovas en el Soho del West End londinense en hora punta. A las 6 de la mañana Eustaquio abre Hormigo, Lola toma su vuelo a Buenos Aires y Cáceres, la ciudad de las mil caras, guarda sus rastas. Llega San Fernando y la feria está al caer.