«Vienen con ilusión cada mañana a cuidar de su parcela». Según expone Olga Campos, la monitora de las huertas municipales desde noviembre del año pasado. En ese sentido, la responsable de trabajar con el medio centenar de hortelanos aficionados destaca las virtudes sostenibles y ecológicas de la iniciativa a la hora de recuperar usos tradicionales de la horticultura y pone el acento en que sirve como «terapia» para los mayores que se inscriben para explotar las parcelas. «Les viene muy bien», pone de relieve. Aparte de los beneficios que genera en la población de avanzada edad hace hincapié en la importancia de mostrar la labor del campo a los más pequeños. «La semana pasada vinieron unos niños de un campamento y les encantó, los más pequeños tienen qué saber que la verdura y fruta que comen no cae del cielo», asevera.

En la actualidad hay 64 porciones de tierra repartidas en dos fincas, una situada en la Ronda del Matadero y otra cercana a Vistahermosa. El proceso para optar a una parcela se realiza por orden de inscripción y tienen prioridad para los que participaron en la temporada anterior. El máximo son cuatro años para permitir el acceso a nuevos hortelanos. Precisamente, el plazo para apuntarse se ha realizado esta semana. Es la Universidad Popular la encargada de gestionar el acceso. Primero se inscriben los que deseen renovar la concesión de su parcela que no hayan cumplido los cuatro años y después lo harán los que opten por primera vez. Las plazas vacantes se sortean entre los hortelanos que habiendo participado en el programa de huertos de ocio durante más de cuatro años deseen seguir con la concesión. Una vez inscritos deben pagar una cuota anual que ronda los 70 euros y con el contrato de alquiler se facilita también el agua y las herramientas necesarias. Los hortelanos se comprometen a asistir al huerto dos veces por semana y las verduras y frutas que cultivan son para su propio consumo. g. g.