El mundo de la palabra nos permite introducirnos en la riqueza de la lengua castellana, en lo relativo a expresiones que han pasado de siglo en siglo, adaptándose a los nuevos tiempos. Palabras que han evolucionado en su significado, aunque no debemos olvidar su origen.

El término hortera se utiliza, actualmente, para definir aquello que es próximo a la vulgaridad y la simpleza. Esta palabra se emplea profusamente para definir todo tipo de actos o situaciones que nos rodean y se encuentran dentro del mal gusto. Lo mismo tenemos gafas horteras, que colores horteras, periodistas horteras, políticos horteras, coches horteras o música hortera. Todo aquello que no sigue los cánones establecidos por la actualidad o la modernidad, es susceptible de pertenecer al universo hortera. La «horterez» esta presente en todas las facetas de la vida.

La palabra hortera forma parte de la lengua castellana desde sus orígenes. Etimológicamente deriva del latín «offertorium», la patena que utilizaban los curas en la comunión. El vocablo llega al castellano como «fortera», referido a los cuencos, preferentemente de madera que se utilizaban desde el medievo, de manera especial en las boticas, para mezclar los productos usados en la composición de pociones. Por perversión del lenguaje acaba siendo «hortera», apelativo utilizado, desde el Siglo de Oro, para definir a aquellos que trabajaban en tiendas o boticas. Personal que vivía en los mismos establecimientos y que al ser de clase humilde, su atuendo consistía en ropas pasadas de moda, muchas veces heredadas de sus patronos.

La presencia de horteras en Cáceres va unida también al desarrollo de la vida comercial. Lo normal era que el comerciante o boticario, tuviese personal, venido de fuera, que vivan en su misma casa.

En 1898, el comerciante de zapatería Luis Quirós tenía empleados a tres horteras de distintos lugares: Tomas Vidarte, de Logroño, Miguel Flores de Jerez y José Ávila de Torrecillas de la Tiesa. El sombrerero de Almoharín Pedro Fernández. ubicado en Cáceres, tenía empleado al hortera Eleuterio Sánchez Manzano, natural de Guijo de Coria. Eleuterio acabaría independizándose para montar su propio negocio, Sombreros Terio, que durante décadas se situó en la plaza Mayor.

El farmacéutico Joaquín Castel empleaba a dos horteras o mancebos, Sebastian Lázaro de Almoharín y Teófilo Bazaga de Torre de Santa María. El comerciante de origen riojano, Félix Parra, tenía a su servicio, en su tienda de la calle Pintores nº 13, a los hermanos Gabriel y Pedro Bohoyo Calixto, ambos de Mérida. Con el paso de los tiempos, los horteras pasarán a denominarse dependientes, otro extraño nombre que los liberó de un apelativo clasista, que los había identificado durante siglos.