Será un alojamiento muy especial que permitirá dormir en el siglo XIV, reponer fuerzas en el siglo XV o relajarse un salón renacentista del siglo XVI. Todo ello en el corazón del tercer mejor conjunto monumental de Europa, primero de España y Patrimonio de la Humanidad. José Polo y Toño Pérez, propietarios de Atrio Relais & Châteaux, hotel de cinco estrellas con restaurante de dos estrellas Michelín, han compartido con este diario el proyecto que acarician para el palacio de los Paredes-Saavedra, que acaban de adquirir en la calle Ancha, donde habilitarán unas residencias vacacionales de lujo con servicio de mayordomo privado, un modelo del que se han inspirado en Italia y que no existe en Cáceres.

Están tan ilusionados con el inmueble que trasladarán su vivienda a la segunda planta, mientras que el bajo y la primera albergarán el proyecto turístico. Todo ello a muy pocos metros de Atrio, cuyos servicios también podrán ser aprovechados por los huéspedes del palacio, en un modelo que deberán concretar. «Las residencias vacacionales están pensadas para quienes desean pasar temporadas más largas, permiten mayor independencia que los hoteles y en nuestro caso ofrecerán un servicio más completo que el que suelen tener este tipo de apartamentos, incluida una persona que les asistirá en sus necesidades, también en sus dudas sobre el turismo en Extremadura, rutas, visitas, monumentos... Se trata de cuidar al cliente, de hacerle una estancia más fácil», explica José Polo.

El inmueble, una casa fuerte del siglo XIV con reformas y ampliaciones en el XVI, tiene en torno a 500 metros cuadrados por planta. «Debemos respetar la estructura, casi todos los elementos están protegidos, los muros y las tramas son lo que son, de modo que tendremos que adaptar el proyecto a la casa en lugar de la casa al proyecto, totalmente al contrario de la obra que realizamos en Atrio, donde no había estas exigencias», recuerda José Polo. Por tanto, la distribución del inmueble permitirá habilitar ocho apartamentos tipo suite, del estilo de los que Toño y José han visitado en Florencia o Venecia.

La casa necesita una restauración importante que será dirigida por el estudio de arquitectos de Emilio Tuñón y Carlos Albornoz, cuya firma también está impresa en la restauración y ampliación de la Casa Grande como centro Helga de Alvear, y en el Atrio Relais & Châteaux. «El inmueble es irregular. La zona del siglo XIV tiene una arquitectura más mudéjar, que se percibe en la forma de construir las habitaciones, más pequeñas. También se ve claramente otra zona ampliada en el siglo XVI, con un salón de unos 70 metros cuadrados que formará parte de la mayor de las residencias, cuyos huéspedes tendrán este salón, dormitorio, baño y vestidor», detalla José Polo. Será la suite principal, de unos 100 metros cuadrados.

Rehabilitación profunda

Cada uno de los ocho apartamentos contarán con una zona propia de estar donde poder comer y relajarse, aparte de dormitorio y baño. «Pero será necesaria una rehabilitación profunda porque habrá que consolidar la estructura y la cubierta, además de algún suelo y otros muchos elementos que necesitan restaurarse, hay carcoma... Vamos a intentar poner en valor las bondades del edificio, nunca tuvo unos acabados de nobleza y queremos dárselos, siempre dentro de la máxima protección», detalla. Y es que los palacios cacereños, por lo general, no tuvieron el mejor de los mantenimientos.

Pero además, los nuevos propietarios se han metido a fondo en la historia de este monumento y de la ciudad. No paran de bucear en libros y documentos. «Personalmente me estoy empapando de la Reconquista, aprendiendo la historia de Cáceres, me estoy divirtiendo», confiesa José Polo. La historia del palacio, continuamente habitado hasta hace unos años, resulta interesante. En ella se fusionó el linaje de Francisco Paredes Golfín con el de Catalina de Saavedra, y siempre estuvo en manos de la misma familia. «Joaquín del Cubillo y Mora Figueroa escribió la trayectoria de la casa y hasta un árbol genealógico de todos los que fueron heredándola», revela José Polo.

Los titulares de Atrio quieren comenzar la obra lo antes posible, «nos gustaría a principios de 2018, pero sabemos que los trámites requieren su tiempo y además esta obra necesita hacerse despacio». Los elementos más importantes, además del edificio en general, son las portadas de granito, extraordinarias y repartidas por el inmueble, así como las ventanas, una de ellas especialmente bella porque muestra, en el interior, una loba comiendo unas uvas con el escudo de los Saavedra.

En definitiva, un espacio privilegiado para un público también especial, que visita la ciudad más despacio, que necesita estancias más prolongadas para sumergirse «en el Museo Vostell, en la Fundación Helga de Alvear, en la Fundación Mercedes Calles, en los Golfines...», indica José Polo, quien considera que Cáceres tiene recursos suficientes para convertirse en destino cultural «con un turismo de calidad comprometido, sostenible y respetuoso con el ambiente».