Durante muchos años el Hospital era la única institución sanitaria pública de la ciudad, junto al Instituto de Higiene y la Casa del Socorro, que se complementaba con la oferta privada a cargo de los sanatorios de Ledesma, Merat y Abril. Eran tiempos en los que el personal se moría en su casa o en la calle de un «patatús», de un síncope o de un cólico miserere, y en los que había médico de cabecera y practicante que era dueño de unas agujas que hacían un agujero considerable en las posaderas.

El personal pactaba una «iguala» con ambos y eran como de la familia. Había una pareja a la que llamábamos «la orquesta» pues la componían D Antonio SILVA y D. Eugenio PITA. Luego llegó la Seguridad Social que no solo nos trajo la Residencia sino que los cacereños ya no teníamos que ahorrar «por si te viene una enfermedad», y ahorrábamos para adquirir cosas más placenteras.

El hospital ha presidido el paseo más emblemático de Cáceres y se impone sobre los demás edificios con majestuosidad. Ya le ha llegado su fin como institución sanitaria. Desde hace más de diez años se sabe que su fin estaba próximo pero como es costumbre en esta ciudad, nadie se ha preocupado de hacer algún proyecto para que continúe siendo útil a los ciudadanos, y pudiera ser que pasara a encontrarse en una situación similar a la que están otros edificios públicos, en ruinas o en sus proximidades.

Las últimas informaciones procedentes de la Diputación Provincial de Cáceres, su dueño, le quieren poner en manos de la iniciativa privada, lo que parece indicar que ni se tienen proyectos ni se quieren tener, y por lo tanto es una manera de quitarse el muerto de encima con el pretexto de la carestía de su remodelación y adecuación para otros usos.

¿Es que los poderes públicos no detectan necesidades que deban cubrirse con iniciativas de las tres administraciones públicas y sus diversos y múltiples servicios? Las necesidades de la ciudad son muchas como han puesto de manifiesto los cacereños, individualmente y a través de colectivos, en distintos foros en los que han sugerido salidas coherentes, sin embargo parece que los políticos responsables del asunto no saben qué hacer con él.