Se decía, no hace tanto tiempo, que los pobres o tenían un mal hospital o no tenían ninguno. Esta aseveración contenía gran parte de lo que era la vida sanitaria en las diferentes ciudades españolas. Una situación que permitía la libre circulación de epidemias que en muchos casos diezmaban la población, afectando especialmente a los sectores más vulnerables como los ancianos, los niños y los pobres.

Ni que decir tiene que Cáceres careció de infraestructuras adecuadas a la realidad sanitaria que durante siglos vivió la ciudad. Los hospitales medievales no fueron nunca más que meros lugares de aislamiento y concentración de desvalidos que pululaban por la ciudad. Lugares que bajo la protección de cofradías, particulares o monasterios dedicaban herencias, censos y limosnas en recoger a los desamparados del sistema. Que eran muchedumbre.

Los diferentes brotes de enfermedades contagiosas, a las que ese unían las sucesivas crisis de subsistencia que generaban los años de malas cosechas, a las que irremediablemente acompañaba el azote del hambre, no podían ser atajadas desde unos servicios médicos y sanitarios deficientes o inexistentes.

Tenemos noticias de la presencia, en Cáceres, de diferentes enfermerías u hospitales a lo largo de la historia. Hay que destacar, por su importancia, a dos. El hospital del Sancti Spiritu, de origen medieval, del cual conocemos su existencia desde el siglo XIV hasta su desaparición por las leyes desamortizadoras del siglo XIX. Ubicado donde posteriormente se construiría el cine Capitol. Fue un hospital para mujeres que se mantuvo de las rentas generadas por sus propiedades que eran gestionadas por la cofradía del Espiritú Santo. El otro hospital de cierta importancia sería el hospital de la Piedad , ubicado desde el siglo XVII en el edificio donde actualmente se encuentra la Audiencia Territorial de Extremadura. Estuvo dedicado a la cura de hombres enfermos y se construyo por la aportación realizada para tal fin por Gabriel Gutierrez del Prado que donó, en 1612, todas sus propiedades para la construcción del hospital. Este último sería el único de cierta solvencia, pues contaba, de manera excepcional, con médico, cirujano y boticario. Desapareció en 1790

Como es natural, las deficiencias sanitarias se materializaban en oscilaciones demográficas que estaban en consonancia con las penalidades que las pestes y el hambre dejaban en la ciudad. Habría de esperar hasta 1890 para poder conocer el primer hospital moderno que tuvo Cáceres.