El juicio por los ruidos de La Madrila se reanudó ayer con la declaración de uno de los peritos privados que contrataron los hosteleros para certificar su aislamiento acústico. En concreto él trabajó para Submarino y Sugar, dos de los establecimientos cuyos gerentes están imputados en esta causa. Se encargó de medir los ruidos en el interior del local y en casa de los vecinos (esto solo pudo hacerlo en el caso de Sugar porque los vecinos a quienes afectaba Submarino no se lo permitieron). «Medíamos en días de diario por la noche, cuando no había locales funcionando y cuando no había ruido en la calle porque, si no se hace así, la medición no es válida», explicó.

Señaló además que entre 2007 y 2011 su trabajo se vio incrementado porque creció la demanda de los hosteleros que solicitaban un certificado acústico, requerido por el ayuntamiento para poder modificar su licencia.

Casualmente participó también en la elaboración de un informe sobre los ruidos de La Madrila que en el año 2006 publicó la Universidad de Extremadura. Pusieron sonómetros en los balcones para que midieran el ruido las 24 horas del día durante una semana. También midieron en las puertas de los locales, para comprobar los niveles que había en la calle. En todos los casos superaban los decibelios permitidos para una zona residencial, cuyo máximo se encuentra en 45. El juicio se retomará el lunes.