Los niños del colegio Diocesano fueron los primeros en saborear ayer las roscas de San Blas. Llegaron por turnos desde primera hora de la mañana, con su euro y su ilusión en el bolsillo, una visita escolar anticipada que ya se ha convertido en una entrañable tradición. La romería, abierta a la ciudad, se celebrará durante todo el día de hoy con la venta de 6.000 roscas y unos 5.000 cordones protectores de la garganta, actuaciones folk, subasta de viandas, desfile de niños con trajes regionales y aperitivos a cargo de la asociación vecinal.

"Venimos a comernos una rosquita porque saben ricas, ricas...", comentó ayer sonriente Laura Carro, alumna de segundo ciclo de Primaria del Diocesano, mientras mostraba su hermoso pan de anís. Dos mujeres voluntarias, Carolina y Concesa, atendían con paciencia a los niños, deseosos de que llegara su turno. A continuación, rosca en mano, los chavales entraban en la ermita para comprar los cordones del santo, a 0.50 céntimos. Los había blancos, verdes, azules, rosas, lilas, rojos... toda una decisión. "Dicen que dan suerte", explicaban Rocío y Carmen a sus compañeras de clase, mientras las vendedoras de la parroquia les corregían e ilustraban sobre los milagros del santo.

Los niños aprovecharon la visita para aprender cosas que no están en los libros, por ejemplo que la fiesta de San Blas hunde sus raíces en el Medievo. "Yo sé que es un santo con romería", explicó Pablo, de 8 años. "Y hay un barrio con ese nombre", apostilló su compañero. Finalmente regresaron perezosos al colegio. Al menos era casi la hora del recreo... y además llevaban roscas.