Víctor Barrantes acaba de reparar una placa de inducción por 580 euros. Era una avería seria y costosa, y en condiciones normales el propietario hubiera optado por comprarse otro modelo (unos 1.200 euros). Pero la crisis ha elevado considerablemente el número de arreglos de electrodomésticos, ya que el ciudadano intenta aprovechar al máximo lo que tiene. "Hace tres años no te aceptaban ni por asomo un presupuesto de más de 150 euros, ahora sí", explica.

Desde su taller y servicio técnico de la calle Hernando de Soto, Víctor Barrantes ha visto cómo la crisis ha transformado el sector. Debido al fuerte descenso en la compra de aparatos nuevos, ha pasado de recibir 100 avisos mensuales para arreglos en periodo de garantía a unos 20, pero a cambio se han incrementado las reparaciones de electrodomésticos usados, "un trabajo de mayor envergadura y calidad, exige más cualificación", señala el empresario. "Ahora arreglamos motores de unos 200 euros cuando el frigorífico nuevo cuesta 400, pero el dueño de momento se ahorra 200. Antes esto era impensable".

Hay decenas de ejemplos: los clientes piden la sustitución de los rodamientos de las lavadoras (120-150 euros) en lugar de comprarse una nueva, las secadoras tampoco se reparaban y ahora sí. Hay incluso arreglos de microondas por encima de los 150 euros. "En los años del boom , he visto electrodomésticos impecables que se desechaban porque la avería era cara y preferían adquirir otro. Tengo en el taller un frigorífico nuevo de butano de 800 euros que el dueño no quiso arreglar por 300", señala.

Además, la gente utiliza otras mañas con el fin de ahorrarse dinero. "Cada día son más los que intentan derivar las averías a los seguros. Nosotros nos limitamos a poner el verdadero origen del problema y su reparación, no podemos entrar nunca en ese tipo de apaños", afirma.