El 14 de noviembre el 100% de la plantilla del Sepei cacereño iniciaba la anunciada huelga de hambre. Su disposición era mantenerla "hasta las últimas consecuencias" y cubrir los servicios "mientras físicamente nos sea posible". Pero las bajas se sucedieron y cuatro días después la diputación se veía obligada a contratar a 51 bomberos auxiliares para atender posibles incidencias. Finalmente, tras nueve días de ayuno y numerosas muestras de apoyo, un 80% de los bomberos aceptaba el acuerdo alcanzado por la diputación y los sindicatos.