Ahora que se habla tanto de las noticias falsas me ha venido a la memoria la revista La Codorniz, la más emblemática de la época franquista. A pesar de ser un personaje soso y sin apenas referencias, pues no se le conocen aficiones, ni tenía biblioteca personal, ni casi amigos, Franco dio lugar a muchos chistes. El chiste era una válvula de escape para decir aquello que no se podía decir en serio, que era casi todo. No se libraba ni su familia, como cuando se orinó uno de sus nietos y él dijo: «Queda inaugurado este pantano»; se decía que habían concedido la exclusiva de la importación de la moto vespa al marqués de Villaverde y al hermano de Franco y se dedujo que vespa era un acrónimo que significaba: «Villaverde estraperlea sin pagar aduanas»; algunos le llamaban el marqués de Villavespa.

Sobre La Codorniz se extendieron varias leyendas urbanas. La más famosa la del teorema del Bombín: «Bombín es a bombón como cojín es a X. Nos importa tres x que nos cierren la edición»; decía Álvaro de la Iglesia, su icónico director, que ese teorema se hizo más famoso que el de Pitágoras. No menos fama adquirió el parte meteorológico que rezaba: «Reina en toda España un fresco general procedente de las costas gallegas»; otra leyenda decía que a toda página publicaron un gran huevo con el subtítulo: «El huevo de Colón. La semana próxima publicaremos el otro»; como el ingenio popular es interminable se inventó que en una viñeta aparecía una pareja de enamorados sentados en un banco y sobre ellos, en un árbol, un chiquillo con una gran piedra y la leyenda: «¿Se la tirará o no se la tirará?»; quizás la anécdota real que pone de relieve lo que significó La Codorniz sea esta: Publicaron un sello con la Maja desnuda y este texto: Correos. Fue multada la revista pues el censor dedujo que la palabra Correos debajo de una mujer desnuda era una procacidad. O sea, que el humorista era muy ingenioso, el lector era muy inteligente , como decía la portada de la revista, para descifrar los chistes, pero el censor no era tonto.