Fue construida por la Compañía de Jesús sobre todo en el siglo XVIII, de estilo barroco y preside la Plaza de San Jorge, que se reorganizó en los años 60 del pasado siglo, en la Ciudad Monumental de Cáceres. Los Jesuitas llegaron a Cáceres al recibir la donación que les hizo D. Francisco de Vargas Figueroa y Aponte, Señor de Mayoralguillo, que instituyó como heredera de todos sus bienes a la Compañía de Jesús, al enviudar e ingresar en la Orden, para que construyeran una Iglesia y un Colegio/ Convento. Falleció a los noventa años de edad en 1698. Después de su muerte ese mismo año 1698 comenzaron los trabajos y concluyeron en el 1752/53. Las trazas de la obra se han atribuido a Andrés García de Quiñones y el maestro de obras que la dirigió fue Pedro Sánchez Lobato, natural de la localidad cacereña de Garrovillas, que en aquella época estaba reformando la catedral de Coria. Dos años después en el 1755 se produjo el Gran Terremoto de Lisboa sufriendo las torres de la Iglesia un gran deterioro. Esta iglesia tiene dirigida su cabecera hacia occidente al contrario que las demás iglesias existentes en la ciudad cacereña. La fachada tiene una portada principal con arco de medio punto, decorada con un par de columnas en cada lado. En el segundo cuerpo se encuentra una esbelta hornacina que alberga la imagen de San Francisco Javier; y justo encima de él un escudo que corresponde a la corona real de Castilla y León, rematado por un frontón partido. Todo ello flanqueada por dos torres de planta cuadrada, de mampostería, sillería en sus ángulos y rematadas por dos sendos chapiteles piramidales. La fachada fue reformada en el año 1992 presentando su estado actual. El interior tiene una planta de cruz latina con una sola nave, con una serie de capillas laterales comunicadas por pasadizos y un crucero cerrado por una cúpula con linterna. El retablo dorado, de mediados del siglo XVIII, tiene columnas corintias que enmarcan un lienzo de dicho siglo que lo preside y que representa un milagro de San Francisco Javier, obra de Paolo de Matteis, el ‘Milagro del Cangrejo’. El lienzo es de grandes dimensiones con claras vinculaciones estilísticas al desarrollo de la retablística castellana de la época, según señala Rosa Perales. El tema de la composición hace referencia a un pasaje de la vida de San Francisco Javier, a su milagro más famoso. Cuando San Francisco estaba predicando cerca de la orilla del mar, se le cayó el crucifijo y un cangrejo lo recogió y se lo entregó al Santo. Milagro que ha sido bastante representado en la iconografía de su vida…