En lo más elevado de nuestro casco histórico nos encontramos con la Iglesia de San Mateo, milenarias piedras de elocuente belleza que guardan en su interior un hermoso retablo situado en el presbiterio y realizado en madera sin policromar. Es una obra rococó realizada por Vicente Barbadillo entre los años 1765 y 1778. Hay un detalle con el cual no estoy de acuerdo: el historiador J. R. Mélida, en su Catálogo Monumental de España decía que carece de importancia. No me parece acertado. Aunque no sea una obra mayor, su valor radica en la propia arquitectura, organizada en tres calles y tres cuerpos con columnas de fustes acanalados, con decoraciones varias y capiteles corintios, rocallas..., no faltando diversas molduras o frontones que se reparten en su cenit. Se añaden a la importancia del mismo imágenes contemporáneas en madera policromada.

En el primer cuerpo, en su centro, se abre un gran expositor de dos pisos sustentado por columnitas; en la pequeña hornacina superior, un Niño Jesús denominado de la Congregación del siglo XVIII. El expositor se halla rematado con una balaustrada de pináculos diminutos y una especie de templete cupulado.

En las hornacinas laterales del primer cuerpo del retablo aparecen la Virgen y el Niño, y al otro lado San José. En un segundo cuerpo, tres nuevas hornacinas: la central y mayor está ocupada por una gran talla de San Mateo (moderna) y en las laterales hallamos a San Juan Nepomunceno (1750) y San Pedro (del XVI). En el tercer cuerpo y en la parte central hay un crucifijo, enmarcado en una hornacina a modo de cerradura; y en los laterales dos nichos que cobijan las imágenes de Francisco y San Pedro de Alcántara (siglo XVIII).

Existe documentación en el libro cuarto de cuentas de Fábrica de San Mateo muy explícita que recoge el mandamiento para la erección del retablo, la captación de fondos, el desglose de gastos y la aprobación de la obra. Debió quedar realizado en su aspecto básico durante el año 1767. Fueron 28.561 reales los que se aplicaron a las obras del retablo. Transcurridos aproximadamente nueve años, se completó con la adicción de los costados, cuyo coste fue de 5.250 reales.

Cerca del retablo que acabamos de describir aparece otro mas pequeño en la capilla del lado del Evangelio que sobresale por razones iconográficas, un notable lienzo del Cristo de la Encina. Fue realizado por encargo de Pedro J. Topete y Barco y su esposa, Francisca Cayetana de Ulloa y Golfín. Enmarcado en un ancho arco de medio punto.