En todos los documentos oficiales de mi madre y de la casi totalidad de las mujeres de su época figuraban dos palabras que definían su estatus laboral : «sus labores». Quizás en algún sitio se ampliara diciendo: «labores propias de su sexo».

Alguien en nombre del orden y de la naturaleza había decidido que las mujeres estaban destinadas a determinadas labores. Era «lo natural» Una prueba más de que el camino que han tenido que recorrer las mujeres para alcanzar la igualdad no ha sido fácil pese a que ya en el siglo V antes de Cristo los sofistas defendieron la tesis de que las mujeres tenían la misma naturaleza que los hombres. Sin embargo, en nombre de la naturaleza y de los dioses, a partir de entonces no han sido pocos los hombres que las han menospreciado.

En una época en la que se dice que la razón alcanzó su máximo esplendor como la Ilustración las mujeres debieron redactar su propio código de derechos, pues los ilustrados habían elaborado los derechos «del hombre» En nuestros días la situación ha mejorado para gran parte de las mujeres en occidente pues la violencia y la desigualdad han alcanzado cotas menos sangrantes pero siguen existiendo aunque son más sutiles y las nuevas tecnologías sirven en algunos casos para perpetuarlas.

Con motivo de la huelga del día 8, que ha sido algo más que una huelga, se han escuchado muchas críticas a los supuestos abusos del feminismo, los excesos de su lingüística, el carácter ideológico de la convocatoria, etc. Como si ese fuera el tema fundamental del acontecimiento y esa actitud por parte de muchos, algunas mujeres incluidas, pone de manifiesto que aún estamos dando los primeros pasos en pos de la igualdad. Porque, para empezar a trabajar, no estamos hablando de identidad sino de igualdad. Es decir, iguales en cuanto a los derechos fundamentales y distintos en cuanto al camino que cada cual debe recorrer para ejercerlos porque afortunadamente la naturaleza nos ha hecho iguales pero no idénticos.