En 1996 Ikea abrió en Badalona su primera tienda en España y yo estuve allí para verlo y para comprar, claro. Recuerdo que adquirí un espejo con un marco de color plata, muy grueso, de esos que ahora están por todos lados pero que en aquel tiempo era considerado un artículo de lujo que la gente cargaba en su carrito a precios económicos y que, de alguna manera, democratizaba el sector de la decoración y daba acceso al mismo a la clase media de este país. Los suecos vinieron a conquistarnos y lo hicieron tan bien que ese espejo todavía luce intacto en mi casa.

Fue algo parecido a lo que ocurrió con Zara, la firma gallega de Amancio Ortega que inauguró en 1983 su primera tienda en Madrid. Ese año también estuve en Zara, me compré un chaleco y al verme llegar mi padre al pueblo exclamó: «¡Dónde vas con eso, no te vayas a pasear por la plaza con esa pinta!». No fue hasta la década de los 90 cuando Zara desembarcaría en Cáceres, en el Centro Comercial Ruta de la Plata, y para entonces lucir un chaleco no era algo tan esnob.

Ya saben que en nuestra ciudad siempre nos han gustado las cosas pequeñas, que por algo somos los reyes de los diminutivos: pequeñino, graciosino, guapino... y toda una retahíla de ‘inos’ y de ‘inas’ que aplicamos a cualquier palabra. De modo que nos conformamos con los Zaras pequeñinos, con los Ikeas pequeñinos, con los Primark pequeñinos y hasta con los trenes, por desgracia, pequeniños y escacharrainos.

Aquí en Cáceres ya tenemos dos Ikeas pequeñinos, el Rosso de toda la vida de la calle Gómez Becerra y el Big Home, que está en la carretera de Mérida, en la oficialmente denominada Juan Pablo II que, por cierto, está hecha una porquería porque desde que Joaquín Rumbo y Miguel López (concelajes de Obras del PP y del PSOE que plantaron las palmeras y proyectaron el carril bici) allí no se ha vuelto a arreglar nada, y eso que es ruta de jóvenes que acuden al botellón, de ciclistas que viajan a dos ruedas y de runners que practican cada mañana el atletismo.

El Big Home y Rosso son unos Ikeas en potencia: estanterías, marcos de fotos, plantas, toallas, cortinas a 6 euros, cuadros con mensajes llenos de frases inspiradoras del tipo ‘Hoy me como la vida a bocados’ para adornar una bandeja o ‘No olvides ser feliz’ para ilustrar las chapas de metal que se suelen colgar en el cuarto de baño.

Exactamente igual ocurre con Primark, que en 1969 abrió la primera tienda del grupo en Mary Street de Dublín, con el nombre de Penneys. Desde 2006 ha iniciado un plan de expansión internacional en Europa, que comenzó con la inauguración de una tienda en un centro comercial en Torrejón de Ardoz hasta que en 2012 llegó al Faro de Badajoz. Lo que pasa que en Cáceres también tenemos el Primark, está en La Mejostilla, en el que todos llaman Centro de Oportunidades de El Corte Inglés pero que ahora luce logotipo de Outlet El Corte Inglés. Hace no mucho ese outlet era un desastre de cajones donde se apilaba la ropa de forma ciertamente descriteriada. Pero ahora, cuando uno va a esta miniatura de El Corte Inglés se cree, por un momento, que está en Primark, con sus productos ordenados por tallas y sexo, su sección de zapatería, de hogar (donde no faltan servilleteros de ‘brilli brilli’, muchos a 1 euro) y, lo más llamativo, una ‘hilerina’ de cajas registradoras, iguales que las de Primark que facilitan una atención más ‘rapidina’.

Hice esta semana este pequeño viaje por las grandes firmas de esta ciudad sin dejar de lado mi habitual ruta por los bares, porque indudablemente es en los bares donde uno mejor palpa lo que piensa la calle. El primero que visité fue el que David Palomino regenta desde hace siete años en la calle Cueva de Santa Ana, en Casa Plata, con entrada por la avenida Dulcinea. Las especialidades del Mesón El Rinconcito son los desayunos y litros con raciones, que lo convierten en un lugar concurrido de uno de los barrios con mayor desarrollo de Cáceres.

Luego me fui al San Blas, que lleva Paco Micro. En realidad el San Blas estuvo hasta 2011 regentado por Benito Tejada, que puso en marcha su madre cuando él tenía 12 años. Allí creció y en él trabajó hasta su jubilación. Paco Micro, conocido así por todos por su afición al cante, lleva en la hostelería 40 años, más de veinte de ellos siempre con bares llamados Micro. Ha trabajado en la plaza 8 de septiembre o en Aguas Vivas. Qué buenos están la casquería, los guisos caseros y la tortilla de patatas. Si tienen que hacer una comida por encargo para quedar con la familia o los amigos, no lo duden que allí siempre, y de la mano de Micro, saldrán bien servidos.

Cuando lean esta página ya estará a punto de terminar el mes de junio y Cáceres caminará hacia el verano. Aquí no tenemos playa, ni terrazas con vistas a altamar, ni barcos de ensueño cargados de turistas, ni tumbonas que se mecen entre las olas, pero tenemos una Tuna de Magisterio que vale por todo eso. La formación asistió hace unos días a la graduación de uno de sus compañeros, llamado Cortinilla. No faltó la visita de las tunas de Medicina de Salamanca y de la Universitaria de Zamora. Que la música no pare.