"¿Con qué clientes nos quedamos, con los fumadores o con los no fumadores?". La pregunta se la formula a sí misma Yolanda Mostazo, copropietaria de la cafetería y heladería Monte Bianco (calle San Pedro). Seguidamente se contesta: "Es muy difícil elegir. El 90% de la gente que ocupa nuestras mesas fuma, por lo tanto...".

Monte Bianco, como casi el 70% de los negocios de hostelería de Cáceres con licencia anterior a 1997 (450 empresas), tienen menos de 99 metros de superficie útil para los clientes. Eso significa que no tendrán que hacer reformas para adaptar el local, si quieren crear zonas de fumadores, porque la ley no les obligará a que sean locales sin humo. Lo único que deben decidir es si en el establecimiento se podrá fumar o no y comunicar dicha decisión en carteles informativos a la entrada del local.

Referéndum

Sin embargo, una decisión que parece fácil no lo es tanto. "Si dejas fumar, los clientes que no fuman se irán a otros libres de humo, y si lo prohíbes, serán los fumadores los que busquen otras cafeterías. No es tan fácil", explica Mostazo.

Ante tal disyuntiva, hay quien ha agudizado el ingenio. Es el caso Miguel Martín, propietario del café-bar Vivaldi, que ha preferido que sean sus clientes quienes tomen la decisión por él. Así, está desarrollando un referéndum entre ellos, que llevará a cabo hasta finales de año, y la opción más votada será la que ganará.

A pesar de ello, es creciente la demanda, incluso entre los fumadores, de ambientes más sanos y sin humo, sobre todo a la hora de comer. Así lo cree el gerente de El Puchero, Pablo Bravo. Explica que ellos empezaron con unas pocas mesas destinadas a no fumadores, y poco a poco han tenido que ampliar ese espacio por la alta demanda.

Pero el anteproyecto de la ley no sólo ha creado muchas dudas entre los hosteleros cacereños, también confusión por puro desconocimiento. Carlos Campano, propietario de la franquicia Indias Coffee en Cáceres (Gil Cordero), reconoce que no sabe muy bien cómo afecta a su negocio, de menos de 100 metros, y en su caso la decisión final de si se permite fumar o no la tomará la dirección de la franquicia. Lo que no duda es de la poca efectividad de la ley: "¿Cerrando los bares a los fumadores se les conciencia a que dejen el tabaco o se les margina?", pregunta.

Sergio Márquez, de Acuario y Cameron, tiene una opinión similar. "Yo no fumo, pero creo que la ley trata a los fumadores como delincuentes. Si ya tenemos problemas para impedir a veces que se fumen porros cuando se lo decimos al cliente, no sé qué ocurrirá cuando echemos a un fumador de cigarrillos", afirma.

Fumar en el trabajo

Otro de los problemas de la ley es la prohibición del tabaco en los centros de trabajo y un bar lo es. Los responsables de El Puchero han pensado que para facilitar esta cuestión lo mejor es intentar que los empleados que fuman lo dejen.

Primero harán una encuesta entre ese colectivo para saber cuántos querrían abandonar el tabaco y después les pagarán un tratamiento de deshabituación. "El trabajador que fuma tiene que pararse --argumenta Pablo Bravo, gerente-- y eso perjudica al no fumador. Nosotros tenemos ahora un lugar para que puedan fumar, pero eso lo prohibirá la ley. Por lo tanto, algo tenemos que hacer, sobre todo para minimizar el daño que nos hará la ley".