Todos los perros de la comunidad extremeña deberán llevar un microchip bajo la piel para su identificación electrónica, y tendrán que figurar en un registro de mascotas. Será obligatorio a partir de diciembre y su incumplimiento acarreará multas de hasta 300 euros. Esta norma, recogida en un decreto de la Junta de Extremadura que desarrolla la Ley de Protección de los Animales (la región se encuentra a la cola en su aplicación), le supone al propietario alrededor de 36 euros, que es lo que cuesta la implantación del chip por un veterinario. Sin embargo, no todo el mundo parece dispuesto a correr con los gastos, porque desde el anuncio de la norma se han incrementado considerablemente los abandonos. La perrera cacereña no baja de los 80-90 canes en los últimos meses, cuando su capacidad es de 23 cheniles para un tope de 60 animales.

"Nos llama muchísima gente para que nos quedemos con sus mascotas, y no debemos hacerlo salvo casos excepcionales porque precisamente intentamos inculcar la responsabilidad que supone un animal", explica Juana García, presidenta de la Protectora de Cáceres, colectivo que gestiona las instalaciones municipales y potencia las adopciones. Otros ciudadanos optan por abandonar perros, gatos y camadas completas en calles, carreteras, campos o contenedores. "Los recogemos en condiciones a veces tremendas", relata. El trabajo en la perrera es tan intenso que se han tenido que buscar casas particulares para la acogida temporal de animales. "Contamos con cuatro y necesitamos más", indica Juana García. Todo ello para evitar el último recurso: el sacrificio de perros viejos o enfermos.

HOGARES Y CASTRACIONES "Estamos saturados. Tenemos cinco gatos de un mes metidos en un transportín desde hace una semana porque no nos queda más hueco. Necesitan una casa de acogida, un espacio abierto", relata la presidenta. Además, el aumento de la venta de chalés y fincas por la crisis económica también ha incrementado el abandono de grandes perros guardianes. "Los dejan en la vía pública o en lugares dispares, una auténtica lástima", afirma.

La protectora se plantea la realización de campañas de castración para evitar camadas indeseadas, y un programa de visitas a colegios con el fin de sensibilizar a las nuevas generaciones. "Hay que transmitirles que existen otras formas de actuar frente a las que pueden ver en su entorno", señala la presidenta.

El problema sigue siendo la falta de conciencia, pero también de recursos. Los 90 perros que ocupan las instalaciones necesitan diversos cuidados diarios, desde la limpieza a fondo de cada chenil hasta comida, lavados, desparasitaciones, vacunaciones, curas, esterilizaciones, castraciones... Del trabajo se encargan tres voluntarios fijos, dos