TAthora que todos entendemos de vino --je, je, incluso yo-- me permito decir que el último concierto de abono de la temporada de la Oex era un monovarietal del bodeguero ruso Chaikovski --con todas sus convulsiones personales--. Los caldos llegaban desde el último cuarto del decimonónico siglo. Catalogación: imprescindibles.

Concierto para piano y orquesta número 1 . Apabullante pianista, Jorge Luis Prats no necesita de afeites y además, el de Camagüey, no es un maldito divo, ¿pa qué? si es de lo mejorcito. Qué bien sonaba la orquesta haciendo grande a una ya de por sí maravillosa partitura --explotada en ocasiones por la mercadotecnia--. Apenas una leve respiración, que a veces buscaba solaparse, entre el piano, al terminar de hablar o gritar, y la entrada del resto de los músicos. Qué clasicismo más moderno, o mejor, qué moderno clasicismo. Principio increíble, impresionante final. Jugó con los presentes, Prats, gracias a su maestría, en el segundo de los bises : Isolda muriéndose por amor-

Sinfonía número 6, Patética . Como decía el programa de mano, a Chaikovski le dolía todo, y sin embargo crea una música para engrandecer la vida, pero también, y eso le hace necesario, para hacernos ver la desesperanza --Algunos Konocimientos Implican Realidades Amargas, Akira-- a través de las cuerdas, los vientos y la percusión, mucha y buena percusión. Es la Patética una marea de potencia que concluye como un soplo. Ya ni resistir queda. El sábado 27 la Oex interpretará a Mahler (Sinfonía número 1 ¡Titán! ) en el Teatro Romano de Mérida. De no tener compromisos previos, como dijo el Marqués de Bellver, acudiría de rodillas a escuchar dicha partitura.