Los comerciantes y hosteleros del centro cacereño aseguran que agosto se ha convertido en uno de los grandes meses del año para sus negocios, tanto como la Semana Santa y los puentes de la primavera. Un vistazo a la calle Paneras a las 11.00 de la mañana del 5 de agosto lo confirma: hay un ajetreo continuo de viajeros y en menos de cinco minutos se suceden dos excursiones de orientales que copan la vía. Pues bien. Cuando Alzapiernas acumula ya un retraso de 4 meses en la finalización de la obra, cuando Zurbarán lleva una semana cortada para la reforma del pavimento dentro de la misma actuación, y cuando Sánchez Varona queda como única alternativa para bajar de Galarza a Moret y Paneras, los empresarios del entorno comprobaron el jueves cómo algunos operarios examinaban la zona para abrir otra zanja por Paneras, la parte baja de Moret, y temen que hasta la Concepción. El ayuntamiento explicó ayer que esa obra no puede esperar.

La indignación ya es completa. Al hastío de mantener Alzapiernas cerrada desde enero se une la sensación de estos negocios de ser «ninguneados», porque nadie les ha informado de la nueva obra para renovar la red eléctrica que va soterrada y que necesitará abrir zanjas. «Nos enteramos casualmente hace varios días y pedimos a Andrés Licerán (concejal y portavoz municipal) que por favor la retrasara hasta el invierno porque ahora literalmente esta obra nos mata. Se lo hicimos llegar un día que pasó por Paneras y a través de redes sociales, porque ellos no se han dirigido a nosotros, pero el jueves vinieron los operarios y nos enteramos de que el comienzo es inminente», lamenta Santiago Guerra, de Tapería Los Ibéricos. «Ni siquiera nos han informado oficialmente, lo que nos hubiera permitido organizarnos de algún modo. En nuestro caso todos los empleados han cogido ya vacaciones para paliar el descenso del negocio con las obras, y ahora esto... Si nos quitan la terraza, el perjuicio será enorme», lamenta.

De hecho, ni siquiera saben por qué parte de las calles irá la zanja, y les han llegado noticias de que afectará hasta Concepción. «No comprendemos que se retrasen las obras de la muralla por unos vencejos y no lo hagan aquí, donde trabajamos familias que necesitamos nuestro sustento», afirma Santiago Guerra, visiblemente preocupado por la deriva de la tapería. «Ahora ya ni siquiera vienen peatones desde Zurbarán, tenemos siete empleados, y sus sueldos salen de la terraza...».

Desde la tienda vecina, Embutidos Los Ibéricos, Inés Márquez lo secunda: «Estamos de verdad muy enfadados. Los dos obreros de Alzapiernas son los que se han ido a reformar Zurbarán mientras trabajan aquí los encofradores, vamos, que no ponen más trabajadores y además se está escuchando que la empresa quiere pedir una prórroga porque no acabará a principios de septiembre. Y ahora nos abren una zanja en Paneras en el mes por excelencia del turismo, cuando pedimos incluso que se hiciera en julio, porque al parecer había licencia para julio y agosto», manifiesta la empresaria. «Deben coordinarse con los negocios, esto nos hace polvo», lamenta.

«NO NOS INFORMAN» / Desde Vaqueros Sol, Julián Bravo insiste: «necesitamos saber qué obra se va a hacer, en qué plazo, a qué zona afecta... Ni nos consultan ni nos informan, no se planifica...», denuncia. En retales Manolo, Sira Bravo ejemplifica la bajada de las ventas: «esta estantería de toallas de playa debería estar casi vacía porque los turistas se las llevan todos los años, pero mira cuántas quedan... Ahora otra obra. ¿Cómo es posible que no las unan todas para hacerlas antes?».

Osvaldo, peluquero de la Concepción, se muestra sorprendido: «Es la quinta vez que hacen obras en Zurbarán en poco tiempo, y la tercera vez que ponen el solado... Incomprensible». Mientras, los empleados de los negocios están a verlas venir, como Ismael, de la Ferretería Mateos-Rebollo: «Cuando ves cómo afectan las obras a tu empresa, y ves que no acaban, temes por tu empleo», reconoce.