Los campos de refugiados atraviesan un momento muy delicado, al borde de la hambruna según la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Cáceres. La ayuda de la ONU ha descendido "y solo llega harina, arroz, aceite y poco más", afirma. El 65% de las mujeres jóvenes tienen anemia, y el 35% de los niños sufren desnutrición. Estos son algunos de los datos que recordaron ayer los organizadores de la exposición Niños de Arena , instalada hasta el 30 de noviembre en el hall de la Facultad de Filosofía y Letras para pegar un aldabonazo a las conciencias y pedir ayuda, una ayuda que en este caso sí está en manos de cada ciudadano a través del programa que facilita las vacaciones de los niños del desierto en casas españolas.

La muestra, en blanco y negro, recoge 36 instantáneas del fotógrafo cántabro Antonio Aragón, quien visitó en el 2004 los campos de refugiados donde viven los saharauis desde hace casi 30 años, en pleno desierto. Viajó de la mano de la asociación cacereña y sus imágenes son tan elocuentes que desde entonces se exponen en todo el país cedidas por este colectivo. Reflejan niños de arena, de barro y de polvo, porque su vida es frágil al depender de un apoyo internacional que se agota, sus gestos expresan la monotonía del desierto y de la miseria, viviendo en haimas de tela con algunos muros de adobe como único refugio.

160.000 exiliados

"Esta es la consecuencia de 28 años de exilio en los campos de refugiados, donde malviven 160.000 personas sin las mínimas condiciones. La situación no se puede expresar con palabras, quizás estas imágenes hagan una idea. Los niños necesitan ayuda, faltan alimentos, hay enfermedades... La gente puede colaborar con el programa de vacaciones", declaró ayer Salka Nafaa Sidi, miembro de la asociación cacereña de ayuda a los saharauis, acompañada por Antonio Hernández, secretario del colectivo, y Jorge Carrasco, presidente provincial de Nuevas Generaciones del PP, entidades que han organizado la exposición junto con el consejo de alumnos de la facultad.

En las imágenes aparecen los niños del desierto rezando en la arena, jugando al fútbol en la arena, esperando al médico en la arena... Instantáneas entre cabras, camellos, a merced del siroco, casi siempre con los brazos cruzados o caídos. Poco más puede hacer un pueblo al que desoye la comunidad internacional "y al que abandonó España, hay que decirlo. Están peor que nunca. Ahora acabamos de enviar a los campamentos dos autobuses de segunda mano desde Plasencia para que los aprovechen, y los hemos llenado de alimentos. Si no fuera por estas ayudas y por los 13.000 hogares españoles que acogen a los niños todos los veranos...", lamentó ayer Antonio Hernández.

"Todos somos culpables"

También Nuevas Generaciones lanzó un SOS: "Con esta iniciativa queremos agitar las conciencias, invitar a la autocrítica y entender que todos somos culpables de la situación del pueblo saharaui, porque hacemos muy poco..., nada. El programa Vacaciones en Paz está al alcance de todos, creemos que es una buena medida", recordó Jorge Carrasco.