Dejando atrás el Espíritu Santo continuamos nuestro camino hacia los mismos orígenes de nuestra ciudad, la cueva de Maltravieso. En 1951, se realizaban voladuras en las canteras de la zona del Calerizo, y se dejó al descubierto una oquedad. Cinco años más tarde, Carlos Callejo Serrano haría un descubrimiento que cambiaría, en gran medida, el conocimiento que hasta entonces se tenía de la Prehistoria en Europa: las pinturas rupestres de la Cueva de Maltravieso.

Las pinturas presentan manos (en un número superior a setenta) a las que, como de todos es sabido, les falta el dedo mínimo, no mutilado, sino, tal vez, oculto, con algún carácter propiciatorio o simpático que no es ajeno a otras culturas ni momentos históricos. Junto a ellas, se documentan, igualmente, algunos animales, como los ciervos o los bóvidos, y otra serie de signos, mayoritariamente puntiformes, serpentiformes y trianguliformes. También existen grabados, como una cierva o una cabeza de cabra. Carlos Callejo tuvo que enfrentarse a numerosas dificultades y prácticamente ningún apoyo, para dar a conocer el hallazgo y a punto se estuvo de destruir la cueva en 1968, pero, por fortuna, esa barbarie no sucedió.

La gruta se formó en el período Devónico, gracias a la lenta disolución de las aguas en esta zona fundamental para la economía cacereña, que tuvo a la cal como protagonista durante siglos. La cueva (que como bien se sabe no se puede visitar para protegerla) posee una longitud de más de 130 metros y una anchura que depende de los tramos, siendo la mayor de unos 17. El propio Callejo bautizó sus diferentes salas con una terminología que hoy los investigadores siguen manteniendo. Así encontramos las Sala de las Columnas, la Cámara de la Mesa, las Salas primera y segunda de las Pinturas, la Galería Inversa, el Corredor de la Serpiente y la Sala de los Murciélagos o de las Chimeneas. A ellas se une la Sala del Descubrimiento (hoy desaparecida) y la Sala de los Huesos, descubierta en tiempo cercano por Carbonell.

La cronología de la cueva nos habla, a día de hoy, de una antigüedad 350.000 años, aunque su ocupación fue prolongada en el tiempo, ya que existen restos óseos humanos pertenecientes al Neolítico y se han encontrado algunos materiales del Bronce, como una punta de lanza. De entre los restos humanos es curioso el esqueleto de un niño de unos 8 años que se bautizó como Jorgito. El estudio de cuyos huesos arrojó datos interesantes, como su intensa actividad física y el estrés nutricional al que estuvo sometido. No sólo se conservan restos humanos, sino también animales del pleistoceno, como ciervos y caballos, pero también hienas, leones y rinocerontes, con lo que pueden imaginarse que la vida de nuestros antepasados hace unos cientos de miles de años no debió de ser demasiado halagüeña y el medioambiente bastante diverso al que hoy conocemos.

Ciencias prehistóricas

Pero no sólo Maltravieso, sino el Conejar, Santa Ana (cuyos restos líticos han arrojado una cronología superior al millón de años) y los Barruecos, en el término municipal de Malpartida de Cáceres, hacen que estas tierras sean de una importancia vital para las ciencias prehistóricas, gracias a las excavaciones que Carbonell, Canals y Sauceda están llevando a cabo. La propia naturaleza del terreno no ha permitido, hasta ahora, encontrar restos óseos de tan alta cronología, pero, si así sucediera, nos encontraríamos, probablemente, ante los testimonios fósiles más antiguos encontrados fuera de Africa.

Cáceres puede decir, con toda naturalidad, que es la única ciudad en el mundo que posee una cueva prehistórica en su núcleo urbano de tal antigüedad y con un valor histórico y artístico tan complejo. Todo ello gracias a Carlos Callejo, un ingeniero de telecomunicaciones barcelonés recalado en Cáceres y cuya inquietud intelectual le llevó a cultivar disciplinas tan variadas como la entomología, la botánica, el periodismo, la poesía, la novela policíaca, la etimología y sobre todo la historia, por no hablar de su fecunda etapa como director de la Revista Alcántara.

Poco a poco su figura se va dando a conocer, aunque todavía no ha alcanzado, a nivel de calle, la relevancia que se merece. Hace pocas semanas unas jornadas con motivo del cincuentenario de su descubrimiento y la inauguración de una exposición en el Centro de Interpretación que existe junto a la cueva han dado a conocer, un poco más a este interesante personaje. Es destacable el esfuerzo que su hijo Alfonso Callejo, un gran conocedor y divulgador de Cáceres, esta haciendo en este sentido.

Cuántos secretos guardará todavía Maltravieso, el Valtravieso del Fuero, y Santa Ana, y el Conejar, y el Millar y la Vendimia, inicios de la eternidad, miles de siglos que custodian celosamente su silencio. Yo custodio hoy mi silencio escondido, entregado al encanto, fascinado por el peligro de mi propia caverna platónica.