Hoy comienza la visita que 30 alumnos y tres profesores de Colomiers (Francia) realizan a Cáceres. Esta visita, que se enmarca en el XIV intercambio escolar del Lycée Victor Hugo de esa ciudad cercana a Toulouse con el IES Hernández-Pacheco, permitirá a los escolares franceses explorar nuestra ciudad y conocer algunos lugares significativos de nuestra región en los siete días que permanecerán alojados en casas de familias extremeñas.

Así, además de Cáceres, viajarán a Trujillo, a Monfragüe, a Plasencia, a Mérida e incluso harán una pequeña incursión en la vecina Portugal. Pero más allá del periplo viajero en el que podrán hacerse una idea más o menos adecuada de la geografía cacereña y, seguramente, podrán romper algún prejuicio o tópico, la parte más interesante desde el punto de vista educativo es, sin duda alguna, la convivencia entre alumnos de 15 años de los dos países.

No sé qué pensará usted, pero a mí me parece un entrenamiento muy interesante en la formación de nuestros alumnos. Es verdad que nuestros hijos ya están más viajados, que el acceso a las nuevas tecnologías les permite explorar otros caminos e intercambiar experiencias con gente de muchos lugares, pero un encuentro en el que convivir 24 horas durante siete días con una familia de otro país (los alumnos españoles visitarán Francia en abril) y tener que adaptarse a costumbres, comidas y relaciones personales distintas de las cotidianas es un ejercicio de generosidad notable. Y aunque sólo fuera por eso, por inculcar en nuestros adolescentes que existen otros mundos aunque estén en éste, que hay otras maneras de mirar las cosas y que la comunicación es una prioridad para el futuro, ya merecería la pena el intenso trabajo de preparación.

Por lo demás, el esquema de todos los años es muy parecido: empezarán con muchos nervios, algo de incertidumbre y una ilusión a prueba de bomba y terminarán con lágrimas nostálgicas y sinceras, con algún breve amorío por el camino y con la sensación de que el mundo es injusto por dejarles asomarse a la felicidad y luego quitársela. Y usted y yo, que de eso sabemos algo, les consolaremos mientras les damos la bienvenida al mundo real.