Hijo de Juan y Fidela, el matrimonio que puso de moda las gambas en Cáceres, Isidoro Rey, propietario de Adarve --otro mítico bar que sus padres abrieron en la calle Sánchez Garrido, en plena ciudad monumental--, se jubiló ayer, dejando huérfana a una clientela de tres generaciones de cacereños. "Aquí seguían viniendo nietos de antiguos clientes", comentó ayer Isidoro.

La buena noticia para ellos es que Adarve no se convertirá en una tienda de comestibles ni en una peluquería. Isidoro ha traspasado su negocio a su primo, Manuel Rey, propietario de otro establecimiento hostelero en la plaza Mayor, quien llevará a cabo las reformas oportunas.

Dejarlo ha sido una "decisión muy difícil" para el dueño. Desde su apertura el 28 de agosto de 1970, Adarve se hizo popular por sus raciones de gambas, "a la plancha, cocidas, al ajillo... de cualquier manera", apuntó Isidoro, que aseguró que, desde que se hizo cargo del bar tras la muerte de sus padres, lo mejor de su profesión ha sido "la satisfacción que me ha dado a diario mi clientela y mi plantilla de trabajadores".

Después de muchos años de trabajo, Isidoro cierra una etapa que él mismo define como "mi vida". Ahora disfrutará de una merecida jubilación y de "más tiempo con mi familia".