Isabel la Católica robó la corona que le correspondía a su sobrina, doña Juana la Beltraneja. Aquella disputa sucesoria que desembocó en una guerra civil fue crucial para el futuro de Cáceres. El escritor e historiador cacereño José Miguel Carrillo de Albornoz recordó aquel oscuro pasado de Isabel la Católica previo a la gloria de su reinado en una conferencia en el colegio de Aparejadores. La charla sirvió además a Carrillo de Albornoz para rendir un homenaje particular a su abuelo, el conde de Canilleros, pionero en los estudios históricos de la ciudad y de cuya muerte se cumplían ayer 33 años.

--¿Cómo afectó a Cáceres la disputa sucesoria entre Isabel la Católica y doña Juana?

--Afectó profundamente. A Cáceres le benefició mucho que ganase Isabel la Católica porque su gran defensor, Diego de Cáceres Ovando, era cacereño. Eso se puede ver en cómo ha quedado la parte vieja y el encumbramiento que tuvo esta familia: Nicolás de Ovando fue el primer gobernador de Indias. El esplendor de la ciudad arranca al final de la guerra civil de Castilla y mucho se debe al dinero que llegó de Indias.

--Pero Isabel usó malas artes para hacerse con el trono --difundió que doña Juana era hija ilegítima--.

--Usurpó una corona que no le correspondía, como ya habían hecho otros reyes pero no con tan malas artes. Eso se produce a veces en monarcas de gran talento. Isabel tenía una idea de Estado muy moderna y estaba predestinada a ser la gran reina que fue. Previo a esos hechos gloriosos, fue la mala de la historia al ir en contra de quien tenía el derecho a reinar.

--Algunos esgrimen esta parte de la historia contra su proceso de beatificación.

--La beatificación me parece ridícula e inviable. Fue una excelente reina pero no una santa y su comportamiento con doña Juana, a la que persiguió incasablemente, es una prueba.

--¿Cómo habría cambiado la historia de Cáceres con doña Juana como reina?

--Que, seguramente, la ciudad más importante de Extremadura hubiera sido, y sería hoy, Plasencia, porque sus aliados eran los condes de Plasencia y duques de Arévalo y todo hubiera girado en torno a la casa de los Zúñiga. Mientras que los Ovando hubieran sido unos proscritos y se hubieran tenido que establecer en Aragón.